Capítulo 16 :   Los empeños de Carlos II de Navarra

1 Navarra en un rumbo guerrero

Entrar en la vida de Carlos II de Navarra Evreux - llamado “le mauvais” en Francia, “el malo” por haber disputado la corona a su suegro Jean II “le Bon” (1) - es casi acercarnos a las intrigas del aún lejano Renacimiento, el doble juego, la neutralidad solamente aparente, las ambiciones desmedidas, pero al fin y al cabo la búsqueda del bienestar de su pueblo, la defensa de sus intereses, aunque a fin de cuentas se obtenga solamente una continua frustración y desengaño.

Ningún otro monarca medieval navarro, capeto por los cuatro costados, ha tenido una experiencia en la que se entremezclan tan íntimamente lo “europeo” y lo “español” como la vivida por Carlos II de Navarra Evreux. Pero ya no es europea en el sentido que tuvieron las experiencias de las Casas de Champaña y de Francia, la primera fomentando un desarrollo interior y modernización de Navarra inspirándose de modelos franceses, la segunda considerando a Navarra más como una senescalía de la corona de Francia que como un reino independiente. Con Carlos II, Navarra toma la iniciativa y marca una notable influencia en los aconteceres de Francia, incluso condicionando estrategias inglesas y francesas en la primera fase de la guerra de los Cien Años. Y luego, cuando Castilla se debate en un sangriento pleito dinástico entre Pedro el Cruel Enrique de Trastamara, es a menudo en Navarra donde se mueven las estratagemas del Príncipe NegroDuguesclin y el Pedro IV el Ceremonioso de Aragón con el rey de Navarra instalado siempre en un arriesgado doble juego, atento y arriesgando para buscar un beneficio para su reino.

Carlos II de Navarra Evreux

No hubiera sido posible que Carlos II se quedara al margen de la guerra de los Cien Años si tenemos en cuenta que había heredado en Francia territorios más extensos que los de su propio reino navarro. Esta experiencia del siglo XIV es prolífica en eventos. ¡Cual no sería la sorpresa de los habitantes del puerto de Cherburgo en el Cotentin normando cuando ven arribar la artillería navarra que había embarcado en Bayona, servida por numerosos musulmanes que practican las oraciones y otros preceptos del Corán en el seno de un ejército cristiano¡.

Las incertidumbres dinásticas han acabado para Navarra al fallecer la reina Juana II en 1349 (2) y no volverán a presentarse en el reino hasta el año 1441 cuando muera la última representante de la Casa de Evreux - la reina Blanca I - madre del Príncipe Carlos de Viana y nieta de Carlos II.

Durante su coronación en Pamplona el 27 de junio de 1350 Carlos II - de 17 años de edad y huérfano de padre y madre - tiene el vértigo solitario de la autoridad y está probablemente pensando en lo injusto del pacto que desde el parlamento de París se había impuesto a su madre la reina Juana como condición para que los Valois renunciaran a sus pretendidos derechos sobre la corona de Navarra. La reina Juana renunció a los condados de Champagne y Brie que pertenecían a los monarcas de Navarra desde que Teobaldo I accediera al trono navarro en 1234 y por supuesto también a cualquier pretensión que tuviera sobre el trono de Francia en razón de ser hija única del rey Luis I (Louis X “le Hutin”). Como contrapartida a la renuncia de los condados de Champagne y Brie se habían reservado para la reina Juana los de Angulema, Mortain y Longueville, que nunca le serían efectivamente entregados.

Así es que tan pronto como Carlos II da sangrienta cuenta de los amotinados en el puente de Miluce - muy cerca de Pamplona - para afirmar la autoridad en su reino, vuelve a Francia e inicia una buena relación con el nuevo monarca francés Jean II “le Bon “, segundo rey de la rama capeta de los Valois. Carlos es nombrado en 1351 lugarteniente general de Languedoc - cargo que luego le retira el Rey en favor del condestable Carlos de España - y lucha junto a su cuñado Gaston III Phébus contra los que serán sus futuros aliados, los ingleses, como lo había hecho también su padre Felipe III de Evreux. El rey de Navarra no podrá ya escapar al ambiente de guerrear que dominará largo tiempo la escena europea.

Casa en 1353 con la hija del rey francés, madama Jeanne de Valois (3). Esperaba Carlos II que una vez casado con Jeanne, el Rey le entregaría los condados que le eran debidos pues se habían otorgado a su madre Juana - Angulema, Mortain y Longueville - al acceder la rama Valois al trono y no oculta su pretensión de recuperar los de Champagne y Brie que le habían sido arrebatados sin derecho. Jean II le Bon no solamente no hace la entrega obligada de los tres condados sino que otorga territorios que pertenecen al condado de Angulema a su valido y “muy querido” - “singulare amore” dice Villani - el Condestable Carlos de España, nieto del desposeído infante Fernando de la Cerda de Castilla, nombrándole Condestable del reino (4). El anterior condestable, Raoul II de Brienne conde de Eu y de Guines, había sido ejecutado sin juicio en 1350 a su vuelta de prisión con los ingleses en Londres, acusado de haberse pasado al campo inglés.

Fue con toda probabilidad en este momento de cólera por el beneficio otorgado al Condestable cuando Carlos II determinó luchar por conseguir la corona de Francia que injustamente había sido arrebatada a su madre desde 1316, a la muerte de su abuelo materno Luis I (X “le Hutin” de Francia)