Capítulo 23 : Las infantas Blanca y Leonor de Navarra
1. Blanca toma partido por el Príncipe
2. Leonor lleva Navarra hacia la órbita de Francia
3. Leonor, “ reina por un día “
1 Blanca toma partido por el Príncipe
A la muerte el 23 de septiembre de 1461 del rey de derecho, el Príncipe Carlos de Viana, los derechos sucesorios recaen en su hermana Blanca.
La infanta había nacido en Olite en 1424, casando en Valladolid el 15 de septiembre de 1440 con el príncipe de Asturias, el futuro Enrique IV que sucederá en el trono a su padre Juan II de Castilla en 1454. Ambos contrayentes tenían 16 años. Había sido en septiembre de 1436 cuando se acordó el matrimonio en ocasión de suscribir el tratado de Toledo.
Desde que don Álvaro de Luna había conseguido en 1429 unir a los nobles castellanos en torno a su persona y al rey Juan II de Castilla, el infante don Juan de Aragón - desde 1425 rey consorte de Navarra - había sido expulsado poco después de Castilla, habiendo quedado confiscados prácticamente todos sus bienes. Pero a pesar de ello don Juan no había cejado en su empeño de aglutinar en el “partido aragonés” lo más influyente de la nobleza, incluso el propio príncipe de Asturias que ahora iba a casar con su hija Blanca.
Cuando don Juan entra en Castilla en junio de 1440 en ocasión de esta boda - aunque con cierta anticipación de fechas pues la boda no se celebraría hasta septiembre -es amistosamente recibido por los nobles castellanos que desde hacía ya algunos años se mostraban descontentos con el gobierno personal y tiránico de don Álvaro. Su futuro yerno, el príncipe de Asturias don Enrique, estaba entonces enfrentado a su padre el rey Juan II de Castilla y más cercano a su madre aragonesa María de Aragón, hermana del rey Alfonso V el Magnánimo y de don Juan, su futuro suegro.
La reina María no mantenía buenas relaciones con su esposo el rey castellano y alentaba tanto el “partido aragonés” como las rebeldías de su hijo el príncipe de Asturias. Don Juan estaba consiguiendo un importante logro al convertir a su hija Blanca en princesa de Asturias. A los nobles castellanos no se les escapaba este hecho tan significativo, tanto más cuanto que veían al príncipe Enrique en animada unión y amistad con su futuro suegro. Navarra y Aragón estaban con él y como él, contra su padre, habría pensado el joven príncipe de 15 años de edad el día de su boda. Seguramente para el príncipe de Asturias - influido por su madre aragonesa doña María - esta boda “aragonesista” reforzaba la oposición a su padre el rey Juan II de Castilla dado que don Juan era su principal enemigo. La boda no pudo gustar ni a don Álvaro de Luna ni al rey castellano y prueba de ello fue el boicot que hizo el propio Rey a los actos de celebración y festejos de la boda.
Don Álvaro no acude a los variados festejos que se celebran en ocasión de la boda real (1) y el Rey mostraría contrariedad por la presencia en Castilla de un rey de Navarra intrigador, cuyo “partido aragonés” sólo podía salir reforzado con esta boda. Convino así el Rey que numerosas celebraciones prenupciales fueran canceladas por los accidentes que ocurrieron en un torneo celebrado ante los reyes de Castilla y de Navarra y la muerte de Pedro Manrique, Adelantado de León y cabeza del importante linaje de los Manrique, que puso de luto a prácticamente toda la nobleza castellana.
La boda no fué suspendida por ello, pero en vez de celebrarse en la catedral de Valladolid lo fue en la capilla privada de palacio. Antes de la boda, la infanta Blanca acudió al Alcázar en un hermoso palafrén, acompañada por su madre la reina Blanca I de Navarra Evreux que montaba una mula. No les recibió el rey Juan II de Castilla sino la reina María de Aragón. Después de una breve ceremonia de boda no hubo ningún festejo ese día hasta llegada la noche en que la reina María ofreció una comida, a la que tampoco asistió el Rey.
Las crónicas de la época refieren que el matrimonio no llegó a consumarse.
“la boda se hizo quedando la Princesa tal cual nació,
de que todos ovieron grande enojo”
Al cabo de casi 11 años de matrimonio, el 27 de julio 1453 el Príncipe de Asturias - reputado impotente - obtiene divorcio de Blanca de Navarra habiéndolo declarado el administrador del obispado de Segovia, Luis de Acuña, y confirmado por el Arzobispo de Toledo por comisión especial del pontífice Nicolás V (1447-1455). Al año siguiente, en 1454, muere el rey de Castilla Juan II y accede al trono el príncipe Enrique, que casará en segundas nupcias en 1455 con Juana de Portugal, un gesto que lo alejaba del “aragonesismo” de su primer matrimonio.
¿Qué motivó el divorcio de 1453?, de no haber sido por la creencia de que la “mudanza de mujer” quebraría el hechizo oculto a que estaba sometido el Príncipe por su impotencia. Como no fuera, más bien, porque entonces el Príncipe de Asturias fomentaba la discordia en Navarra ayudando a los beamonteses mientras el príncipe Carlos de Viana se encontraba prisionero de don Juan tras la batalla de Aibar. Intentando quizá así comprar una alianza con don Juan desde la enemistad, para encontrar apoyo en su afán de quitar el gobierno de Castilla a su padre el rey. Don Álvaro de Luna ya no era obstáculo pues había subido al cadalso en junio de ese año 1453.
Blanca vuelve a Navarra tras su divorcio y se encuentra con su hermano Carlos que acababa de salir de prisión el 12 de julio. Se encuentra entonces con un reino en plena efervescencia de luchas entre las facciones beamontesa y agramontesa. Blanca toma partido abiertamente por su hermano Carlos y esto hará que don Juan llegue a acuerdos con su hija Leonor y su yerno el conde Gaston de Foix para hacer a éstos herederos del trono de Navarra, postergando tanto al primogénito Carlos como a su hermana Blanca. Son los acuerdos de la concordia de Tafalla que se preparan a finales de 1455 como un chantaje, una seria advertencia a los beamonteses para que dejen las armas.
Poco después, deprimido y desilusionado, el Príncipe marcha a Nápoles en busca del apoyo de su tío el rey de Aragón - Alfonso V el Magnánimo - y ya nunca volverá a Navarra, muriendo en Cataluña en septiembre de 1461. Blanca queda en Olite, siendo sus derechos dinásticos apoyados por los beamonteses. Pero con un gobierno que se encuentra bajo la lugartenencia de su hermana menor, la infanta Leonor, cuya residencia se encontraba hasta entonces en Béarn con la familia de su esposo el conde de Foix. A partir de ahora, Leonor se acercará más a este lado de los Pirineos, estableciendo su cuartel general en Sangüesa.
Muerto el Príncipe en septiembre de 1461, todos parecen querer aclarar y favorecer sus respectivas posiciones. En diciembre de ese año el conde Gaston de Foix busca el apoyo del rey francés, concertando con Luis XI el enlace de su hijo y heredero Gaston con Madama Magdalena hermana del rey de Francia. El Rey exigirá para llegar al acuerdo matrimonial con su hermana que se formalice el nombramiento de su futura consuegra, la infanta Leonor, como sucesora en el Reyno de Navarra, para lo cual el rey francés plantea como condición indispensable la desaparición de la legítima heredera, la infanta Blanca. El rey de Francia ambicionaba traer a Navarra bajo la influencia francesa por lo que veía con buenos ojos un futuro rey de Navarra en la persona de un hijo de su hermana Magdalena. Pero la infanta Blanca se interponía en sus planes y para evitar que volviera a casarse había que mantenerla confinada o retenida en custodia.
Fue sin duda una buena astucia por parte de Gastón de Foix poner estas exigencias en la bandeja de condiciones del rey francés a quien - no era casualidad - don Juan estaba en ese momento solicitando para obtener de él ayuda financiera para sostener su difícil guerra en Cataluña. En efecto conseguiría así el rey francés que don Juan se aviniera a preparar el tratado de Olite que se firmaría unos meses después. Negociado esto con la intervención de Mosén Pierres de Peralta y ya preparado el tratado para su firma en el mes de abril, el 7 de marzo de 1462 se celebra en Burdeos la boda entre Madama Magdalena y Gaston de Foix, primogénito de la princesa Leonor. A cambio de las promesas sucesorias formuladas por don Juan, su yerno el conde de Foix aceptó servirle en sus luchas contra Enrique IV de Castilla mientras que Luis XI de Francia le ayudaría en las guerras de Cataluña que no cesaban desde la muerte del príncipe de Viana en septiembre de 1461.
Esta fecha de la boda en Burdeos es clave pues en ella se puede dar por finalizado el período abierto en 1387 por Carlos III el Noble en el que Navarra quiso practicar una política de alejamiento de Francia y de mayor sintonía y cercanía con los asuntos de la Península. El infante don Carlos (III) había casado en 1375 con una castellana del linaje Trastamara - Leonor de Castilla - y el Reyno de Navarra se inclinó desde entonces a practicar una política más “peninsular”, más española. Ahora el II Príncipe de Viana ha casado con la hermana del rey de Francia. Desde ese momento, afirmada ilegítimamente la sucesión en favor de la dinastía de los Foix, protegida ésta entonces por el propio rey de Francia, Navarra comenzará a bascular hacia Francia lo que pondrá en difícil situación a los beamonteses, que acabarán dejando de sostener a la infanta Leonor.
También la reina de Aragón Juana Enríquez desata sus intrigas tras la muerte del príncipe Carlos para que todos los asuntos sucesorios, tanto en Aragón como en Navarra, queden definitivamente aclarados. Dos semanas después de la muerte del Príncipe, el 7 de octubre de 1461, las Cortes de Aragón reconocen a su hijo Fernando como heredero y sucesor a la Corona de Aragón, de modo que quedara bien superado que ni la infanta Blanca ni la infanta Leonor de Navarra Trastamara tendrían que ver con ese reino aragonés a pesar de los compromisos que en favor de las infantas había asumido don Juan en 1420, en ocasión de sus capitulaciones matrimoniales con Blanca de Navarra Evreux.
El 12 de abril de 1462 se suscribe finalmente el tratado de Olite por el que Leonor y Gaston de Foix reconocen a don Juan como rey propietario de Navarra y éste a su vez los reconoce a ellos como sucesores y con plenos poderes de lugartenencia del Reyno hasta el momento de la sucesión. La infanta Blanca debía ingresar en un convento y si ella se negaba se la confiaría a la custodia de su hermana Leonor. Y esto fue lo que finalmente aconteció, tal como habían acordado Luis XI y Juan II de Aragón.
Don Juan trató de engañar a su hija Blanca haciéndole creer que viajaba a Francia para casar con el duque de Berry (2) y al no prosperar el engaño, ordenó al Condestable del Reyno Mosén Pierres de Peralta, que la condujera a la fuerza desde el castillo de Olite a los territorios de los Foix en Béarn.
Doña Blanca llega a Roncesvalles el 23 de abril de 1462 y todavía no sabe muy bien a donde está siendo llevada. Escribe allí una protesta afirmando que viaja en contra de su voluntad, advirtiendo que si un día llegara a abdicar en favor de su hermana menor Leonor habría sido por la fuerza y contra su voluntad. Advierte también que en caso de firmar su abdicación solo sería válida si lo hiciera en favor del rey de Castilla - su ex-marido el Príncipe de Asturias, entonces ya rey - o del conde de Armagnac (3). Al llegar a San Juan de Pie de Puerto en Baja Navarra, Blanca comprende que la llevan con engaño a la villa de Saint Palais y luego a Bearn - feudo de sus cuñados los condes de Foix y señores de Béarn - y teme entonces no ya por su trono sino por su vida. Es entonces cuando otorga poderes al rey de Castilla, al conde de Armagnac, a Juan de Beaumont - el prior de la Orden de San Juan de Jerusalén - y a Pedro López de Irurita para que traten de conseguir su libertad, ofreciéndose en matrimonio con cualquier rey o príncipe que tuvieran a bien escoger para ella. El 30 de abril de 1462 hacía solemne renuncia de todos sus derechos al trono de Navarra en favor de su antiguo marido Enrique IV.
Doña Blanca es conducida a Orthez en Béarn, entre Salies-de-Bearn y Lescar y entregada allí al Captal de Buch (4), primo hermano de Gaston IV conde de Foix el esposo de la infanta Leonor. Vivió en Orthez dos años y medio, confinada en la torre Moncada. El 2 de diciembre de 1464 muere en extrañas circunstancias - con sospecha de envenenamiento - justamente unos días antes de que don Juan hubiera aceptado bajo presión de los beamonteses celebrar Cortes en Navarra para dirimir las cuestiones de la sucesión al trono.
“con gran nota e infamia del conde de Foix
y de la infanta Dª Leonor, su mujer”
dice Zurita
Quedó enterrada en Nuestra Señora de Lescar. Tras la profanación del templo durante la revolución francesa, solamente queda hoy una urna bajo el suelo de la Catedral con posibles restos osarios de los reyes de Navarra.
Desde la renuncia que hizo doña Blanca de sus derechos sucesorios en favor del rey de Castilla en abril de 1462, los catalanes y Enrique IV pusieron en aprietos al rey viudo-consorte Juan II. La Diputación de Cataluña aceptó la renuncia y acudió a Enrique IV para reconocerlo como señor del Principado. Juan II había sido depuesto en Cataluña el 12 de agosto de 1462, y en noviembre Enrique IV aceptaba los derechos que le otorgó su ex-esposa Blanca. El rey de Castilla envía de inmediato un ejército a Navarra y otro a Cataluña en auxilio de la Generalidad, poniéndose al frente de este último ejército Juan de Beaumont, el Prior de la Orden de San Juan de Jerusalén, hermano de Luis III de Beaumont, II conde de Lerín.
Enrique IV no creía - y menos los nobles castellanos - en la aventura catalana pero acariciaba la idea de que don Juan, bajo el hecho consumado de la presencia de dos ejércitos en Navarra y en Catalina, podría avenirse a negociar la entrega del trono de Navarra volviéndose atrás en los acuerdos de Olite de abril de 1462 por los que había nombrado sucesores a los condes de Foix. A cambio, el rey castellano no molestaría a don Juan ni en Aragón ni en el Principado catalán.
Don Juan de Aragón y Enrique IV habían solicitado al rey francés un arbitraje sobre estos asuntos. El 23 de abril se da a conocer la sentencia de Bayona por la que Luis XI declaraba que tanto Navarra como el Principado de Cataluña estaban obligadas a reconocer como su rey a Juan II. Y trataba a los Foix como futuros reyes debiéndose compensar a Enrique IV por sus gastos en la guerra de Cataluña y entregando a Castilla la merindad de Estella. Luis XI aprovechó este arbitraje para conservar el Rosellón y la Cerdaña como premio a su gestión.
Por oposición de las dos facciones (5) navarras - beamonteses y agramonteses - la merindad de Estella nunca se entregó pero Castilla encontró un apoyo legal para retener indefinidamente las fortalezas de los Arcos, Laguardia, San Vicente, etc. que ocupaban desde hacía algunos años. Gaston de Foix, queriendo expulsar completamente a los castellanos de Navarra consiguió apoderarse en 1466 de la villa castellana de Calahorra para cambiarla por los castillos de la Sonsierra y Los Arcos, pero aceptó retirarse de Calahorra ante ciertas ofertas que le hicieron los nobles castellanos que nunca se cumplieron. Sitió después Alfaro pero no pudo tomarla ante la llegada de tropas castellanas al mando de Alonso Ramírez de Arellano, señor de los Cameros, y se retiró a Tudela (6).
Enrique IV tampoco queda satisfecho con el arbitraje y poco después de rendirse éste se entrevista el 28 de abril de 1463 con Luis XI a orillas del río Bidasoa. Había llegado Enrique IV acompañado de su favorito Beltrán de la Cueva, duque de Medina, rodeado del mayor lujo que se podía. La nacela o pequeña embarcación con la que el rey Enrique IV atravesó el río Bidasoa llevaba una vela de “paño de oro”. La entrevista - “no se gustaron mucho” dice el cronista - significó una ruptura entre ambos soberanos. Intentó entonces Enrique IV animar a los catalanes ofreciéndoles su ayuda pero éstos le dijeron que ya era demasiado tarde pues habían elegido otro señor para ellos, don Pedro de Portugal.
Doña Blanca - reina de derecho de Navarra desde la muerte de su hermano Carlos de Viana en 1461 - está todavía confinada en la torre Moncada de Orthez durante todos estos acontecimientos, pero con toda probabilidad no llegará a saber nada de lo que está ocurriendo. No sabrá tampoco que ya desde 1463 su hermana la infanta Leonor se autotitula:
«princesa primogénita, heredera de Navarra, infanta de Aragón y de Sicilia,
condesa de Foix y de Bigorra, señora de Béarn,
lugarteniente general por el serenísimo rey
mi muy reduptable señor e padre en este su reino de Navarra».
Tampoco conocerá otros acontecimientos que ocurren durante 1463 y 1464:
- los beamonteses no cejan en su empeño por obtener su liberación, pero la presencia de tropas castellanas en Navarra les pone en una difícil situación. En cierto modo ésto - que rechazan - les acerca a don Juan y les impide enfrentarse a él en esas circunstancias. Pero no pueden pedir la ayuda a Enrique IV mientras exista la amenaza de la segregación de las tierras de Estella.
- Juan II intenta atraer ahora a los beamonteses restableciéndoles en todas sus posesiones, incluyendo la espada de Condestable que pertenecía al conde de Lerín.
- también la infanta Leonor firma en 1463 treguas con los beamonteses, lo que incita a la Infanta a concebir esperanzas de poder protagonizar una pugna con su padre por el trono.
- en 1464 ha fallecido en Madrid Luis II de Beaumont, primer conde de Lerín, yerno de Carlos III el Noble. Su hijo Luis III es todavía muy joven y se dirige a Cataluña para intentar conciliar un arreglo con don Juan. También el obispo de Pamplona Nicolás de Chávarri busca una solución y obtiene en noviembre de 1464 un principio de acuerdo para que doña Blanca fuera puesta en libertad y juntamente con su padre don Juan y los condes de Foix pudiera asistir a unas Cortes que se convocarían para deliberar acerca de las medidas de pacificación. Al mismo tiempo Luis III de Beaumont consigue el 22 de noviembre un acuerdo con don Juan para liberar a Blanca de la custodia con su hermana Leonor y el conde de Foix, poniéndola en una villa de Navarra en donde se habrían de celebrar Cortes y decidir sobre la cuestión de la sucesión. Todos los beamonteses apoyan estos acuerdos desde Pamplona y reina optimismo en Pamplona acerca de una solución final al problema dinástico. Don Juan y los condes de Foix se sienten presionados.
Muy pocos días después, el 2 de diciembre, en sospechosa coincidencia de fechas, doña Blanca muere de improviso en Orthez. Inmediatamente después la infanta Leonor comienza a titularse “Princesa de Viana”.