Capítulo 4 :   Pamplona en el siglo VIII

1 la capitulación del 718 y la sumisión hacia el 734

La capitulación de Pamplona a manos de Hanash al-San’ani debió de ocurrir tras luchas violentas antes del año 718 en que consta falleció el citado “tabi”. Esta capitulación tuvo que ocurrir durante el emirato de Abd al-Aziz ibn Musa, por consiguiente anteriormente a su asesinato por orden del Califa Sulaiman.

Cuando Córdoba decide atacar a su gran enemigo de Occidente - los francos - el emir Abd al-Rahman rehúye utilizar el flanco oriental a través de Septimania y Provenza por encontrarse el río Ródano fuertemente fortificado por el rey de los francos Charles Martel. Decide en cambio irrumpir por Aquitania para llegar al corazón de la Galia y virar luego hacia el este con objeto de coger por la espalda el sistema defensivo del mediodía franco.

La movilización es general y Pamplona es la ciudad elegida para concentrar un numerosísimo ejército que las crónicas árabes describen como extraordinario:

“Abd al-Rahman vió desaparecer la tierra
bajo la muchedumbre de sus guerreros”

Esta concentración ocurre en la primavera del año 732. El duque aquitano Eudes es derrotado a orillas del río Dordoña y Burdeos es saqueado. Pero tras la dura derrota que impone el rey franco Carlos Martel a la expedición islámica cerca de Poitiers el 25 de octubre del año 732, muere Abd al-Rahman-al-Gafequí y los pocos supervivientes huyen dispersos en dirección a la Península. Es probable que los fugitivos llegaran a Pamplona hacia noviembre del 732 y de ahí partirían a Córdoba. Esta es probablemente la ocasión para que Pamplona pueda sacudir el yugo musulmán.

A partir de la derrota de Poitiers la acción musulmana queda restringida o acotada a la Península Ibérica quedando el resto de Europa fuera de las pretensiones islámicas. Desde ese momento el norte peninsular estará sometido a constantes fricciones entre los temibles francos del norte y las pretensiones de la Córdoba islámica al sur. Como se ha apuntado antes, el nacimiento del reino navarro viene propiciado precisamente por la existencia de esta fricción franco-musulmana.

La situación de Pamplona seguiría probablemente cambiante e indecisa. Ni los musulmanes lograban consolidar su dominio, ni los pamploneses conseguían asegurar su independencia. Cuando Ukba ibn al-Hadch es nombrado emir de al-Andalus en el año 734 inicia éste por toda la Península una etapa de consolidación de la autoridad islámica, lo que le lleva a instalar en Pamplona con carácter permanente una nutrida guarnición musulmana que pone fin a la incertidumbre en que vivía la ciudad. Lévi-Provençal ve en Ukba el caudillo que verdaderamente consolida la conquista de Pamplona.