Capítulo 16 :   Los empeños de Carlos II de Navarra

10 Duguesclin llega a Castilla

A la muerte en 1350 de Alfonso XI de Castilla, “el Justiciero”, su hijo y sucesor Pedro I el Cruel se ve envuelto en una larga lucha dinástica en la que están implicados los demás reinos cristianos y que adquirió dimensión internacional al interferir con la guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra. Su hermano consanguíneo Enrique de Trastamara le disputa el trono.

En la lucha fratricida entre Enrique y su medio hermano Pedro I de Castilla, el rey de Francia Jean II “le Bon” había tomado partido por el primero. Carlos II de Navarra no lo duda y firma en mayo de 1362 un tratado de alianza con el segundo que tenía el apoyo de los ingleses.

Como se ha visto antes, en la ejecución de esta intriga medieval los reyes de Aragón y de Navarra habían acordado simular una guerra aparente entre ellos para no levantar sospechas en el rey Pedro de Castilla. Organizaron el simulacro que el infante Luis de Navarra quedara prisionero del rey de Aragón en Ribagorza. Pero Pedro el Cruel y Enrique de Trastamara no acababan de entrar en guerra en Castilla y ante la espera Carlos II trató incluso con Enrique en un triple juego del que era maestro.

Pedro el Cruel había pactado la ayuda del ejército inglés del príncipe Eduardo de Gales, el Príncipe Negro, a cambio de buenas sumas del tesoro real. Álava y Vizcaya, protegidas por Castilla, hubieran sido entregadas a Carlos II por permitir el paso de los ingleses por territorio navarro.

Tras haber infligido numerosas derrotas a los navarros en las plazas de Normandía en favor del rey de Francia, llega a Barcelona en 1366 enviado por Charles V el bretón Bertrand Duguesclin - castellanizado como el condestable Beltrán Duguesclín - con las “Grandes Compañías” y las “Compañías Blancas” (24) donde le recibe el rey de Aragón y le otorga la villa de Borja y su castillo con título de conde. Viene enviado en ayuda del contendiente Enrique y para vengar el envenenamiento de la esposa de Pedro el Cruel Blanche de Bourbon cuñada del rey de Francia Charles V. La llegada de Duguesclin enciende la contienda.


Entra en Navarra por Tudela, territorio enemigo, y destruye Cascante, Murchante, Ablitas, Monteagudo y Oliva (“los quoales son gastados et estruitos or perpetuo”). Entra en Castilla en marzo de 1366 por Alfaro y llega a Calahorra. Enrique de Trastamara viene también con las Compañías Blancas de Duguesclin. En Calahorra el ejército que traía le aclamó rey de Castilla. A continuación el ejército entró en Burgos que acababa de abandonar Pedro I, recibiendo allí la corona de Castilla de manos del arzobispo.

Don Pedro trata de componer un arreglo con su medio hermano Enrique sin resultado positivo y sintiéndose abandonado por la buena acogida que en todas partes se ofrecía a Enrique, busca refugio en Portugal, pero Pedro de Portugal no le ofrece amparo. Se dirige entonces a Bayona con los ingleses del Príncipe Negro, vecino aquitano de su aliado Carlos de Navarra, quien le otorga amparo.

Enrique de Trastamara se hace con Castilla, licencia las tropas y hace conde de Trastamara a Beltrand du Guesclin como recompensa por sus servicios. Más tarde le otorgaría el ducado de Soria y Molina.

El rey de Navarra recompone y afina entonces su estrategia. Acude a Bayona en donde plantea a sus aliados el Príncipe Negro y Pedro el Cruel la estrategia que debe seguirse, negocia su participación y hace los preparativos de guerra. Pero es solamente el Príncipe de Gales (“el Príncipe Negro” por su armadura) quien puede ahora ayudar a Pedro el Cruel a recuperar su trono castellano y conservar al navarro sus posesiones en Francia. Ultiman sus preparativos en Saint-Emilion, cerca de Burdeos, en donde se firma un tratado el 27 de septiembre de 1366 (también llamado tratado de Libourne). Las clausulas deben conservarse secretas hasta que Pedro el Cruel conquiste Burgos. Hay que pagar 500.000 florines al inglés que al final tendrían que venir de las arcas de Castilla, si ésta resultara vencida. El rey castellano Pedro hizo entonces regalo al Príncipe Negro de una rica e inestimable pedrería, despojo antiguo de reyes moros que había conseguido sacar de Castilla en su huida.

Carlos II confirma su protagonismo en la contienda y no duda que obtendrá ventajas. En caso de una probable victoria, el Señorío de Vizcaya con los puertos de Bilbao, Bermeo y Lequeitio serán para el inglés. Guipúzcoa y Álava volverán a Navarra con sus villas y castillos, incluso Logroño, Navarrete, Calahorra, Alfaro y Fitero. Además recibirá el navarro 200.000 florines de Castilla que el Príncipe de Gales se compromete a adelantar.

Solamente dos días después de los acuerdos de Libourne, el rey de Aragón hace algo parecido con el rey de Francia Charles V. Si en la lucha fratricida entre los castellanos se imponen sus ejércitos al mando de Duguesclin, el reino de Navarra sería incorporado a Aragón, Francia atacaría la Gascuña inglesa con ayuda aragonesa y tomaría todas las posesiones del rey de Navarra en Francia. Intrigas doblemente entrecruzadas.

Carlos II está todavía en el sur de Francia y probablemente no ha recibido noticia de este acuerdo franco-aragonés. El ejército inglés se prepara, cuando Carlos II se dirige a San Juan de Pie de Puerto y de allí, en compañía de Juan de Gante duque de Lancaster (25), se unen con el Príncipe Negro y Pedro el Cruel en la ciudad landesa de Peyrehorade, no lejos de Bayona. Al final del invierno, cercana la primavera de 1367, ascienden por Ibañeta a Roncesvalles y llegan a Pamplona donde se aloja el ejército anglogascón, preparado ya para la lucha. Se unen al ejército los gascones de los condes de Albret y de Armagnac y las tropas Gaston III Phébus de Foix-Bearn que había casado con Inés, hermana de Carlos II de Navarra.

Cuando todo está preparado para atacar a Enrique de Trastamara con un potente ejército, Carlos II decide entrevistarse secretamente con él en Santa Cruz de Campezo y sellan allí una alianza secreta contra sus propios aliados de Libourne, el destronado Pedro I el Cruel y el Príncipe Negro. El rey de Navarra tiene ahora dos alianzas imposibles, contradictorias. Está obligado a mostrar a los dos contendientes de Castilla y al propio Aragón - ahora que ha llegado la hora de la verdad - una aparente neutralidad. Es su nueva táctica e intriga. Estaba dispuesto a quedar bien con todos sin servir a ninguno. Siempre le había gustado más hablar

“con su elocuencia seducía a los que le podían ser útiles”

e intrigar, que arriesgar en la lucha armada. Era más un precursor de los maquiavelos del Renacimiento que heredero de los épicos reyes navarros del Pirineo, aunque también fue un maestro admirado en el uso de las armas.

Así - para disimular su desleal comportamiento - concibe marchar a Tudela y hace allí el semblante de ser tomado prisionero en un día de caza por un famoso caballero, primo de Duguesclin, Olivier de Mauny (26), guardián del castillo de Borja, a quien engaña.