Capítulo 16 :   Los empeños de Carlos II de Navarra

16 muerte de Carlos II, un rey frustrado preocupado por su reyno

Al empezar el año 1387 muere Carlos II probablemente a resultas de las quemaduras que se produjo en un accidente doméstico. También se le atribuye muerte por enfermedad de lepra. Un cofre de plata conserva sus entrañas en dos picheles de estaño, soldados por Luan “el estañero”, en la Colegiata de Roncesvalles. Y en su querido Ujué - donde no llegó a materializar el sueño de instalar una universidad - está su corazón en una urna colocada en una hornacina del muro del altar de la iglesia de Santa María. Descansa su cuerpo en la catedral de Santa María de Pamplona. Se tocaron sus campanas quince días con sus noches que estuvo el cuerpo de presente. Fue embalsamado con “mirra, aloes, cicotrin, gali et musuet, sendals, muscacerin, nueces de ciprés, linaloes, alun de roca, resina, goma arabiga y otras drogas”.

Este rey capeto, culto, refinado, astuto, gran conocedor de las armas y de personalidad atractiva aun cuando no se podía confiar en él, ambicionó la corona de Francia. Puso continuamente en jaque a los monarcas franceses con las espaldas siempre bien guardadas por los ingleses, pero en definitiva fue víctima de su temperamento intrigador y de su siglo. Tuvo una constante preocupación por el bienestar de su pueblo. Dicen los historiadores y los archivos dan buena constancia de ello, que a pesar de su malhumorado estreno en las ejecuciones de Miluce, se hizo amar del pueblo.

Sin duda para salir del estancamiento económico a que habían conducido las epidemias de peste con las que inauguró su reinado y las costosas campañas guerreras del rey, Carlos II intentó con empeño atraer la industria artesanal que con tanta pujanza florecía ya en Francia. Cardadores, tintoreros, tejedores son atraídos a Navarra y el Rey patrocina las nuevas fábricas de paños y tejidos en Estella y Tudela. Incluso Olite está a punto de ver nacer una industria de armas. También da acogida a los judíos que se veían obligados a abandonar la Castilla de Enrique de Trastamara, prosperando así las comunidades judías de VianaEstella, Funes, Monreal, Pamplona Tudela. En los esfuerzos de reconstrucción y repoblación toman un gran papel los comerciantes, ya fueran los francos de San Cernin San Nicolás o los judíos, moros y aragoneses que convivían en Tudela, el centro económico del Reyno. Y al mismo tiempo, junto a los desastres y frustraciones del reinado de Carlos II, es el esplendor del arte gótico que más tarde continuará su hijo Carlos III el Noble. Las pinturas góticas murales, algo muy representativo del arte en Navarra en el siglo XIV, son cosmopolitas y reflejan el fuerte intercambio cultural que caracterizó a la Navarra de Carlos II.

Navarra en su tiempo fue un reino europeo que en ningún momento - contrariamente a lo que había ocurrido en reinados anteriores - pudo ser ambicionado por Castilla o por Aragón. Las ambiciones del rey de Navarra al trono de Francia y su estrecha alianza con sus vecinos ingleses seguramente causaban admiración y respeto, a veces temor, en los demás reinos de la Península.

En las reclamaciones y defensa de su patrimonio en Normandía y la cuenca de París, los nobles y caballeros navarros tuvieron incontables ocasiones de conocer y trabar relaciones estrechas con los nobles franceses e ingleses, tejiendo así una cultura cosmopolita que los nobles de otros reinos peninsulares no tuvieron la ocasión de cultivar tan intensamente en la época. Navarra acogía asimismo incontables normandos, borgoñones, picardos, etc. que se sumaban a los innumerables francos que principalmente durante los siglos XI-XIII se habían instalado en ocasión de las peregrinaciones jacobeas. La cercanía de Aquitania de la Inglaterra Plantagenêt potenciaba a través del puerto de Bayona sus intercambios europeos, y la alianza con los ingleses en la guerra de los Cien Años habría acentuado todavía más la influencia europea en Navarra. 

Las continuas guerras en Francia y luego en Castilla habían dejado exhausto el tesoro navarro. La Gran Peste de 1348 y los continuos rebrotes en 1361, 1375 y el que ocurriría después en 1383 habían reducido notablemente la población en Navarra. Seguramente obligado por ello Carlos II de Navarra reorganiza la administración de la hacienda y crea la Cámara de Comptos para llevar a cabo “audiciones” de cuentas, que continúa operativa en el siglo XXI. Otorga numerosas franquicias fiscales a localidades enteras, sin duda con objeto de incentivar nuevas repoblaciones especialmente en parajes estratégicos cerca de las fronteras de Castilla. Numerosos castillos y fortalezas habían quedado abandonados sobre todo en la zona de la montaña. Aplicó también políticas de exenciones fiscales y de mercedes que beneficiaban a los lugares más azotados por la desolación producida por las Compañías Blancas de Duguesclin, allí por donde pasaron.

Existe un hecho histórico interesante relacionado con Carlos II. Hay un momento en los comienzos de la Revolución Francesa de finales del siglo XVIII en que el General Lafayette detenta el poder en París. Decide en un cierto momento crear la bandera tricolor que actualmente es la enseña francesa: rojo, blanco y azul. El color rojo lo toma del color populista que invadió las calles de París cuando a mediados del siglo XIV Etienne Marcel apoyó precisamente las reivindicaciones del rey de Navarra Carlos II para hacerse con la corona de Francia. Los partidarios de Carlos de Navarra en París adoptan en su gorro-caperuza el color rojo de la casaca del rey navarro y el color azul, símbolo y enseña de Normandía, en donde Carlos II poseía numerosas plazas en feudo heredadas de su padre Felipe III, conde de Evreux. Lafayette, respetuoso con la Corona, combina el color rojo (populista-revolucionario) y el azul (Normandía de Evreux) con el color blanco de la corona. Cuando el rey merovingio Clodoveo recibe el bautismo del cristianismo en el año 483, un ángel le presentó un escudo con tres lirios blancos (de dónde, la “flor de lis” de la monarquía francesa) sobre fondo azul. Una paloma presentó entonces una ampolla con óleo para ungir a los reyes de Francia en su coronación, una sagrada unción que se utilizó también en el Reyno de Navarra por influencia francesa.

Fueron hijos legítimos de Carlos II:

  • María (1360)
  • Carlos (1361) futuro Carlos III el Noble
  • Bonne (1364)
  • Pedro (1366)
  • Felipe (1368)
  • Juana (1370) que casará en 1403 con Henry IV, rey de Inglaterra
  • Blanca

Además de los hijos ilegítimos que se registran:

  • Leonel
  • Juana.