Capítulo 11 :   Un nuevo rumbo. La Casa de Champaña

5 los benéficos influjos champañeses

Los condes de Champaña introducen cambios en Navarra en niveles insospechados y ello en relativamente poco tiempo.

Mientras que Teobaldo I fue proclamado rey de Navarra el 8 de mayo de 1234 en la catedral de Pamplona mediante la tradicional elevación del soberano sobre un escudo blocado, su hijo Teobaldo II consigue del papa Alejandro IV, hacia 1257-1259, ser ungido con los Santos Óleos y coronado, reintroduciendo en Navarra una costumbre sacramental ya entonces practicada por los monarcas franceses. La elevación sobre el escudo ya se había practicado mucho antes por los reyes de Israel y algunos monarcas visigodos y en Navarra había dejado de usarse desde que la Santa Sede negara el título de rey a la monarquía navarra restauradora del año 1134. Ningún otro soberano español había sido antes ungido con los Santos Óleos en la ceremonia de su coronación, algo que no estaba desprovisto de significado, pues indicaba con ello que el poder real, en su origen divino, afirmaba de este modo su superioridad sobre los nobles, que pretendían limitar al rey condicionando su lealtad a que el soberano emitiera el juramento real de respetar sus privilegios.

Con los soberanos champañeses, el reino:

  • delimita sus fronteras y crea y organiza las merindades
  • institucionaliza sus estamentos dando cohesión social a la representatividad en Cortes
  • plasma sus fueros documentalmente
  • establece las competencias y relación entre reino y rey
  • introduce importantes novedades en la economía local y organización de mercados
  • consolida la arquitectura gótica
         
     
                                                                                      

Los oficios de la corte y los servicios palatinos son totalmente reorganizados al modelo francés (senescal o gobernador, alférez análogo al condestable francés y chambelán que dirige las finanzas y tiende a hacerse hereditario), aunque la mayoría de ellos ya existían en Navarra desde el siglo X-XI.

Puso en peligro su trono en varias ocasiones por la mano dura que tuvieron los Teobaldos con los nobles navarros que ante los nuevos requisitos para probar la hidalguía sentían perder privilegios, especialmente los que habían accedido a la nobleza siendo antes villanos o pecheros. Lo cierto es que los reyes triunfaron en su empeño.

Fomentaron de manera notable una nueva agricultura emprendiendo trabajos de canalizaciones de agua y sistemas de riego. Teobaldo I había encontrado Navarra muy despoblada y trajo numerosos labradores de Brie y Champaña que introdujeron nuevos cultivos desconocidos hasta entonces en Navarra, como señala el Príncipe Carlos de Viana en sus Crónicas:

“e fizo traer de Champaña a Navarra
la natura de las buenas peras et manzanas,
ca mucho amaba la buena fruta”

Con objeto de fomentar el comercio principalmente con Francia, emprenden reformas monetarias ajustando el valor nominal de la moneda a su materia metálica y comprometiéndose a no batir más que una sola moneda en vida del monarca, práctica que aceptan desde entonces los reyes de Navarra. Introducen la contabilidad fiscal sistematizada y la formación de una cancillería estable. Con la aparición de la figura del “merino” se hace efectiva la reorganización territorial administrativa.

Los Teobaldos encuentran a su llegada una Navarra aliada principalmente con sus vecinos de Aquitania, los normandos Plantagenêts que reinaban en Inglaterra. Al encontrarse Navarra privada desde 1200 de sus puertos atlánticos en los territorios vascongados, buscan los Teobaldos a la par que mantener buenas relaciones con la Aquitania inglesa, abrir sin embargo un mayor contacto con la monarquía de Francia, lo que sin duda enriquecería a Navarra y tendría trascendencia lingüística. Consolidan frente a los duques aquitanos la presencia navarra en las tierras de ultrapuertos y obtienen además en 1256 donación del rey de Castilla, Fernando III el Santo, de San Sebastián y Fuenterrabía que abre Navarra al mar. Llegan además a acuerdos con los comerciantes de Bayona para la utilización de su puerto, sin que ello levante suspicacias de los ingleses que controlaban Aquitania.

En el terreno religioso favorecen decididamente la llegada a Leyre de los monjes bernardos blancos del Císter, que florecen por entonces en Francia en detrimento de los monjes negros benedictinos de Cluny. Contribuyen también decididamente al arraigo en Navarra de las órdenes militares efectuando numerosas donaciones patrimoniales a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

Los Teobaldos no se encuentran cómodos en Pamplona, la capital del reino, ya que en derecho era posesión exclusiva del obispo de Pamplona. Quizá por ello prefirieron construir su castillo de Tiebas, en un lugar de paso estratégico muy cerca de Pamplona. El obispo Ximénez de Gazólaz hubo de aceptar sin embargo que Pamplona no fuera una posesión exclusiva episcopal.

Participan también - aunque con poca fortuna - al frente de numerosos caballeros navarros juntamente con otros principalmente de Champagne, en las cruzadas de Oriente animadas por Gregorio IX y Clemente IV, lo que debió de haber sido una provechosa experiencia por la influencia mutua que intercambian los cruzados de diversas culturas, la comunicación entre dos continentes lejanos y los influjos en el arte de guerrear. Los reinos de Castilla y Aragón, ya entonces más ocupados que Navarra en las campañas de la Reconquista, no participaron como Navarra en las Cruzadas de Tierra Santa. Teobaldo I había participado en la sexta cruzada (1239) y su hijo Teobaldo II acompañando a su suegro San Luis rey de Francia en la octava cruzada (1270) (7).

Poco antes de la muerte de su tío el rey Sancho VII el Fuerte el año 1234, Teobaldo I había sido elegido por el Pontífice y numerosos nobles para dirigir una nueva Cruzada a Tierra Santa. Se embarcó en Marsella a mediados de agosto de 1239 en dirección a Acre, luego camino hacia Jaffa, pero un acto de indisciplina causó en Gaza la muerte de 200 de sus hombres y la captura de otros muchos como prisioneros de los infieles. Con la ayuda de Richard de Cornwall, conde de Poitou y hermano del rey Henry III de Inglaterra, Teobaldo consigue del sultán de El Cairo la evacuación de Jerusalén y su restitución a los cristianos (1240).

De vuelta de Tierra Santa en 1241, Teobaldo I trae un “lignum crucis” que entrega en la iglesia de Saint-Laurent-des-Ponts de Provins que desde entonces se conoce como iglesia de la Santa Cruz. Y trae también del jardín del sultán de Damas un rosal que hará plantar en los jardines del palacio de Provins y que será el origen de la afamada “ rose de Provins “ (8)

Tras las victoriosas batallas de Taillebourg y Saintes (21-22 julio 1242) en las que Teobaldo I ayuda al rey San Luis de Francia en la guerra contra Henry III de Inglaterra, se dedica prioritariamente a la gestión de su reino y condados, manteniendo una corte brillante en mecenazgos donde la poesía y la música encuentran en Teobaldo, como antes en su abuela Marie de Francia, el mejor representante de su época.

Presiden los reyes champañeses una época de transición artística en que ceden las formas romano-bizantinas favoreciendo los reyes el desarrollo del estilo y sistema de construcciones arquitectónicas ojivales de trazados atrevidamente verticales. Transición que desembocará en el siglo siguiente en espléndidas demostraciones de estilo gótico en Navarra. Si en los siglos XI-XII el estilo románico fue en Navarra fruto de su personalidad hispana aunque tuviera un origen transpirenaico, su cultura se orientaría desde los Teobaldos preferentemente hacia modelos aportados por Francia en la época del gótico.

Cuadro de texto:

armas de la reina Juana I de Navarra y Champagne
esposa del rey de Francia, Philippe IV "le Bel"

Finalmente, se promueve desde la casa real la participación de jóvenes navarros en la universidad de París. La última representante de la Casa de Champagne, Juana I - también reina de Francia por su matrimonio con Philippe IV “le Bel” - otorga un legado a su muerte en 1305 para la fundación en París del Collège de Navarre en el que se explican las ciencias más adelantadas en aquel tiempo. Antes, Teobaldo II había concebido fundar una universidad en Tudela, pero el proyecto no vio la luz.