Capítulo 7 :   Navarra en el siglo X

5 los territorios riojanos acumulan un caudal cultural

Destaca entre todos los monasterios el de San Millán de Susoen la Cogolla, que recibirá en donación las ricas tierras de Nájera y otras en Villar de Torre, Grañón, Cordovín, Logroño, Asa, etc., lo que será el comienzo de su riqueza económica que habría de permitir a este insigne monasterio emprender importantes actividades de una gran repercusión cultural.

San Millán de Suso

En los últimos años de su reinado (905-925) Sancho I Garcés había logrado con Ordoño II de León conquistar la “Rioja Alta” o “Rioja Cántabra” (4) cuyas principales ciudades eran Nájera y Viguera. La expedición de castigo del año 924, dirigida por el propio Abd al-Rahman III, había devastado las tierras de Pamplona y quizá fuera por ello que la élite nobiliaria navarra y la misma Corte vieran en la nueva región fértil de Nájera un nuevo centro de gravedad al menos respecto de las regiones orientales del reino, semejante a Pamplona respecto a la montaña navarra. Hasta la reconquista de Calahorra por el rey García III Sánchez “el de Nájera” en el año 1045, los territorios riojanos cristianos eran los situados al oeste del valle del Jubera y la Sierra del Camero Viejo.

Bajo la jurisdicción de los reyes navarros, el templo de Suso - en lo que ahora conocemos como San Millán de la Cogolla - tuvo numerosos privilegios reales e inmunidad civil y eclesiástica. También el conde rebelde de Castilla Fernán González, que había casado con Sancha hija del rey navarro Sancho I Garcés, le concedió el privilegio de un tributo que los pueblos le debían pagar pues los castellanos también consideraban el monasterio de San Millán de Suso como sede espiritual del condado (5). Los condes de Castilla habían albergado durante mucho tiempo la esperanza de castellanizar el monasterio de San Millán de Suso y seguramente obedecían a este fin las múltiples donaciones con que lo favorecieron entre los años 940 y 960 en tiempo del conde Fernán González. No se registran donaciones de su hijo Garci Fernández pero su nieto Sancho García prosiguió la política generosa de donaciones de su abuelo y consiguió que desde el año 998 hasta el 1009 toda la documentación del cartulario de San Millán se calendara por el rey de León y conde de Castilla. A partir del año 1009 el rey Sancho el Mayor de Navarra impuso decididamente sus derechos sobre San Millán y los documentos del monasterio volvían a calendarse por el rey navarro. A partir de entonces - y ello coincide aproximadamente con el matrimonio de Sancho y Munia - su suegro el conde de Castilla debe abandonar sus pretensiones riojanas. La relación de Sancho III Garcés el Mayor es desde entonces muy estrecha con el monasterio. Hasta el punto de que prácticamente todas las noticias que se tienen del reinado de Sancho el Mayor entre los años 1009 y 1015 proceden de San Millán. Son sus años más riojanos y será seguramente en este período cuando más tiempo residió en Nájera coincidiendo con sus primeros años de matrimonio.


En el año 1016 Sancho el Mayor y su suegro el conde de Castilla acuerdan una concordia et convenientia” fijando de manera definitiva las fronteras entre Navarra y Castilla (6). Las relaciones del conde Sancho García eran tirantes con el rey Alfonso V de León y viendo cercana su muerte quiso dejar a su hijo García la frontera oriental libre de conflictos y reclamaciones fronterizas con sus parientes los monarcas navarros (7). Al año siguiente de la concordia et convenientia” moría el conde castellano.

Gracias a estos patronazgos San Millán de Suso pudo convertirse en uno de los scriptorios altomedievales más productivos y originales de la Península en la creación y copia de glosarios y otras obras lexicográficas. Allí se redactaron algunos de los glosarios culturalmente más ricos de todos los centros intelectuales europeos. A pesar de la barbarie dominante al término de la dominación visigótica, la cultura era no obstante una cualidad apreciada. De las escuelas monásticas salían letrados capaces de escribir cronicones u obras teológicas y monjes que se dedicaban a copiar y a veces a glosar manuscritos.

Todos los usos cultos y oficiales seguían reservados al latín que se aprendía en las escuelas. El habla vulgar constituía ya una lengua nueva, una variedad dialectal no culta del latín. Y se la calificaba despectivamente de "rusticus sermo". Entre el latín de los eruditos y el romance llano del pueblo existía un latín avulgarado, escrito y probablemente hablado por los semidoctos, que amoldaba las formas latinas a la fonética romance y que debió de usarse ya al final de la época visigoda. Los mozárabes lo llamaban "latimum circa romancium". Mientras perduró tal forma de lenguaje intermedio hasta comienzos del siglo XIII no estuvieron bien marcados los linderos entre el latín y el romance. Este romance primitivo de los estados cristianos hispanos nos es conocido gracias a documentos salidos normalmente de los monasterios que, si bien pretenden emplear el latín, insertan por descuido, ignorancia o necesidad de hacerse entender, formas, voces y construcciones en lengua vulgar. A veces el revestimiento latino es muy ligero y los textos resultan por ello doblemente valiosos.

Desde la antigüedad, los territorios navarros y riojanos del valle del Ebro se habían caracterizado por su carácter abierto muy típico de los lugares fronterizos o de transición territorial, lo que les permitió asimilar diversas culturas. El hecho de que el río Ebro fuera navegable desde el mar Mediterráneo hasta muy cerca de Logroño -- el importante lugar de Varea -- explica sin lugar a duda la facilidad con que las culturas mediterráneas llegaban a estos territorios, ahora en una parte liberados de la dominación islámica. En los siglos prerromanos el territorio altoriojano se encontraba en los límites entre los territorios indoeuropeizados y los no indoeuropeos. Allí habitaban los celtizados berones en contacto con las tribus cántabras de los autrigones, várdulos y caristios, o con los vascones de Navarra. Este interesante carácter de transición continuará en la época de la romanización y la dominación visigoda, se mantendrá con la llegada de los musulmanes y perdurará durante la Edad Media. Incluso después de su definitiva incorporación a Castilla a finales del siglo XI, cuando los territorios riojanos comunicarán a una Castilla más encerrada en sí misma un precioso caudal cultural y lingüístico que Castilla sabría recoger y desarrollar más tarde admirablemente.

La importancia de San Millán de Suso para la familia real navarra lo atestigua el hecho de que la famosa reina Toda Aznar - viuda del rey navarro Sancho I Garcés - fue enterrada en este monasterio, como también otras dos reinas de Navarra, su nieta Urraca que había casado en terceras nupcias con Sancho II Garcés “Abarca”, y la nuera de ésta Jimena Fernández, madre de Sancho III el Mayor. En palabras de Yepes en su “Crónica General de la Orden de San Benito”: en San Millán de Suso, el lado derecho, en una capilla, cabe el altar mayor, están enterradas tres reinas de Navarra, como se colige por una inscripción, que está en una tabla antigua, a la entrada de la puerta de la iglesia, que dice así: 

Regno apellatae Navarrae sunt tumulatae,
Tota fide plena,
nec non Elvira Ximena,
tres hic reginae,
sit requies sine fine” 

En este epitafio que probablemente no es anterior al siglo XII por su estilo, se da el nombre de Elvira a la esposa de Sancho el Mayor. Algunas crónicas de su tiempo designaban a la reina Munia con este nombre de Elvira.