Capítulo 7 :   Navarra en el siglo X

3 el califato de Abderramán III

Tres monarcas navarros reinan desde el año 925 hasta el final del siglo X:

  • García I Sánchez (919-925-970) tras las regencias de 925-934
  • Sancho II Garcés “Abarca” (935-970-994)
  • García II Sánchez “el Temblón” (964-994-1000)

Fue Abderramán un califa audaz, culto e inteligente, dispuesto a no consentir rebeldías de sus súbditos, fueran éstos musulmanes árabes, muladíes, mozárabes, judíos o bereberes y dispuesto a defender las fronteras del Califato contra cualquier intento cristiano de usurpación. Incluso atacó varias veces a los “fatimíes” en el norte de África para evitar que intervinieran en la Península en ayuda de potenciales rebeldes. Consiguió la pacificación y unificación de al-Andalus con la diplomacia y con las armas y se hizo reconocer como líder indiscutible.

La madre de la reina viuda Toda Aznárez, de nombre Onneca Fortúnez, había casado en primeras nupcias con el emir de Córdoba Abd Alah (888-912), siendo su nieto Abderramán III quien heredaría el emirato a la muerte de su abuelo en el año año 912. La reina Toda era por lo tanto hermana uterina del padre de Abderramán III, tía por lo tanto del que sería a partir del año 929 el prestigioso primer Califa de Córdoba.


Ello no impidió que su esposo el rey Sancho I Garcés (865-905-925) sufriera una seria derrota ante el Emir en ocasión de su famosa campaña del año 924. Cuatro hijas de doña Toda habían casado con reyes de León que reinaron durante el período comprendido entre los años 914 y 951. Tampoco en esta ocasión la estrecha relación de la reina-viuda Toda con el Califa pudo evitar las numerosas veces en que los reyes de León fueron derrotados por el Califa. A Ordoño II en Mérida y Badajoz (914) y después en Valdejunquera (920) juntamente con Sancho I Garcés de Navarra. Ramiro II - ayudado por el conde castellano Fernán González (+ 970) - infligió no obstante una severa derrota al Califa en Simancas en el año 939. En todas estas campañas Abderramán III se había puesto personalmente al frente de sus ejércitos, pero desde Simancas ya no lo haría más. La reina viuda Toda no pudo evitar declararse tributaria de Córdoba.

Conde Fernán González
910 - 970

La grave inestabilidad en el reino de León a la muerte de Ordoño III (956), por las disputas y destronamientos de los primos hermanos Ordoño IV Sancho I “el Gordo”, hicieron intervenir a doña Toda en aquel reino. Pero el Califa aprovechó la inestabilidad para lanzar continuas “aceifas” obligando a los leoneses a aceptar treguas que suponían en cada caso entregar al Califa fortalezas fronterizas. Su prestigio ante los reyes cristianos fue tan grande que pudo convertirse en árbitro de todas las querellas que ocurrían en la Península. Incluso doña Toda vino a Córdoba acompañando a su biznieto Sancho I “el Gordo” de León para curarlo de su dolencia de gordura, tras ser depuesto del trono por su primo Ordoño IV en el año 958. La reina Toda había pedido ayuda a su sobrino el Califa para reponer a Sancho en el trono leonés y se vio obligada a ir a Córdoba para rendirle pleitesía, sin lo cual el Califa le hizo saber que no le ayudaría.

La visita de la reina viuda Toda a Córdoba estaría también motivada por conocer el lujo y la prosperidad de la ciudad más floreciente de Europa, ciudad que atraía a las mentes más destacadas del momento en las artes y las ciencias de cualquier lugar del mundo. Allí acudían filósofos, médicos, geógrafos, historiadores y artistas de todo el mundo musulmán. Se dice que el califa Al-Hakam II (961-976) llegó a reunir una biblioteca de 400.000 volúmenes, lo que no es fácil de imaginar en la época. Se estima que Córdoba superaba el medio millón de habitantes, existiendo tres mil mezquitas y cerca de 30 arrabales. Lo cual tampoco es fácil de imaginar. El califato independiente se convirtió, durante más de un siglo, en el centro cultural y comercial más activo de Occidente.

Córdoba era solamente superada por Bagdad y Constantinopla. Con la mezquita principal ampliada y ya terminada la ciudad califal de Medinat al-Zahara, la reina viuda Toda debió permanecer una larga temporada en Córdoba hasta curar a su biznieto Sancho y verle repuesto en el trono de León en el año 960 con la ayuda del primer Califa. Un año después moría Abderramán III. El rey de Navarra García I Sánchez lo haría en el año 970 no sin sufrir algunas nuevas “aceifas” por parte del nuevo califa Al-Hakam II (961-976), juntamente con el gobernador Tuchibí de Zaragoza.

El reinado de su hijo Sancho II Garcés - más conocido como Sancho Abarca (935-970-994) - también se caracteriza por su actitud defensiva ante el califato de Córdoba. El trono lo había heredado en el año 970 encontrándose en un momento de total sumisión al califa Al-Hakam II (961-976). Hasta la llegada al poder del caudillo Almanzor (3) las fronteras del reino navarro estuvieron generalmente tranquilas, siendo ocasionales las veces en que fueron violadas por el gobernador Tuchibí de Zaragoza, como ocurrió tras la derrota de los aliados cristianos en el año 975 en San Esteban de Gormaz. Pero a partir del año 981 las sucesivas campañas de Almanzor devastan los campos de los reinos de Navarra y principalmente de León. El rey Sancho Abarca estaba decidido a no oponer resistencia a Córdoba y ofreció a Almanzor en casamiento a su hija Abda “la vascona”, lo que se verificó y de esta unión vendría Abd al-Rahman, llamado “Sanchuelo” (Abd al-Rahman ibn Sanchul). En al menos una ocasión el rey navarro viajó a Córdoba para pedir a Almanzor suprimir la expedición de castigo que había preparado para Navarra, intercediendo en ello su hija Abda. Debido a esta actitud poco épica y acomodaticia del rey navarro, su reino sufrió menos embates sarracenos que los demás territorios cristianos.

Su hijo García II Sánchez “el Temblón” (964-994-1000) tendrá un corto reinado y aunque lo intentó, no consiguió renovar la paz que había logrado su padre con Almanzor. En el año 998 y en el 999 Almanzor asola de nuevo las tierras de Navarra llegando a arrasar e incendiar Pamplona. A su muerte en el año 1000, su hijo Sancho III Garcés “el Mayor” tiene solamente unos 10 años de edad, asumiendo una regencia hasta el año 1004 su madre Jimena Fernández de Asturias, hija del conde Gonzalo de Asturias, y su abuela Urraca que recientemente había enviudado del duque Guillaume I de Gascuña (+ 997). Será durante esta regencia cuando Almanzor se presente por última vez en territorios del reino navarro en el año 1002 para saquear e incendiar el importante monasterio de Suso.