Capítulo 21 :   El Príncipe de Viana

8 los catalanes en busca de un Señor

La Diputación de Cataluña había aceptado la solemne renuncia de los derechos al trono de Navarra que había hecho la infanta Blanca de Navarra Trastamara en San Juan de Pie de Puerto el 30 de abril de 1462, cuando la conducían con engaño a Orthez (20).Y acude entonces la Diputación a Enrique IV de Castilla - anterior esposo de doña Blanca - para reconocerlo como señor del Principado. El 13 de noviembre de 1462, Enrique IV acepta los derechos que le otorgó doña Blanca el 30 de abril y ordena a sus tropas que entren en Navarra, enviando otro ejército a Cataluña. Enrique IV es nombrado conde de Barcelona y señor del Principado, a cambio de respetar los “usatges” catalanes (o usos que regulan las relaciones entre señores y entre éstos y el conde de Barcelona), El 27 de octubre de 1462 Juan de Beaumont y Juan Ximénez de Arévalo, enviados del monarca, juraron en nombre de Enrique los fueros de Cataluña y a cambio recibieron la fidelidad de los catalanes.


Ante la presencia de tropas francesas aliadas de don Juan en el asedio de Gerona, las Cortes catalanas solicitan ayuda a Enrique IV quien envió tropas al mando de Juan de Beaumont. Entonces Gaston de Foix - recibiendo sin duda órdenes de Louis XI - se retira a sus estados alegando que no podía luchar contra Castilla por ser la aliada de Francia (21). Don Enrique no creía realmente en la empresa catalana, pero se prestó a enviar su ejército a modo de partida de ajedrez, pensando más bien en retirarlo si a cambio don Juan abandonaba Navarra en su favor y no en el de los condes de Foix. A cambio, Enrique no molestaría a don Juan ni en Aragón ni en el Principado catalán. Éste era su plan cuando se entrevistó con Luis XI quien iba a actuar como árbitro, confiando el castellano que el francés se pronunciaría en este sentido (22).

Don Juan y Enrique IV habían solicitado en efecto al rey francés un arbitraje sobre estos asuntos. El 23 de abril se da a conocer la sentencia de Bayona. Luis XI declaraba que tanto Navarra como el Principado de Cataluña estaban obligados a reconocer como su rey, sin condiciones, a Juan II. Trataba a los Foix como futuros reyes. Enrique IV debía recibir la merindad de Estella. Aunque por oposición de los navarros esta merindad nunca se entregó, Castilla encontró un apoyo legal para retener indefinidamente las fortalezas de los Arcos, Laguardia, San Vicente, etc. que ocupaban desde hacía algunos años. El 28 de abril Enrique IV y Luis XI se entrevistan a orillas del río Bidasoa. La entrevista ( “no se gustaron mucho” dice el cronista) significó una ruptura entre los soberanos.

Enrique IV quedó frustrado con los resultados que estaba obteniendo en su aventura catalana y en 1463 la nobleza castellana le forzaría a abandonarla, dejando el Principado a su suerte.

En este episodio que protagonizan Luis XI, Enrique IV y Juan II, territorios navarros - y no solamente su trono - son objeto por primera vez de moneda de cambio en los arreglos diplomáticos europeos de la época. Y esto debe recordarse pues Navarra está entrando en un momento de su historia en el que su rumbo estará marcado por el devenir de las relaciones externas europeas hasta desembocar en la pérdida de su independencia política de 1512.

Posteriormente a Enrique IV, la misma oferta de señorío recibió don Pedro - el condestable de Portugal nieto del conde de Urgel - que desembarca en Barcelona y toma posesión del condado el 21 de enero de 1464, falleciendo en Granollers de muerte sospechosa el 29 de junio de 1466 (23). Don Juan contraataca nombrando a su hijo el infante Fernando primogénito general en una ceremonia en la Seo de Zaragoza el 21 de septiembre de 1464. Fue nombrado heredero de Sicilia, Aragón y las demás soberanías de su padre, incluido el condado de Barcelona.

Los radicales del Consejo eligen entonces a Renato I de Anjourey titular de Nápoles, que había perdido el trono en 1442 a manos de Alfonso V el Magnánimo. Luis XI había comprendido que no conseguiría sus propósitos en el Principado con la alianza con don Juan y decidió apoyar a Renato de Anjou quien prudentemente no se acercó al Principado (24). Don Juan cumple entonces la amenaza que en su día había hecho al rey francés y se alía con la casa de Borgoña y con Inglaterra, enemigas de Luis XI.

El 20 de agosto de 1466 el rey Renato - cabeza de la familia Anjou enemiga de la Casa de Aragón en las dos Sicilias y en el Mediterráneo - acepta la oferta de los catalanes a pesar de sus setenta años y de hallarse ciego y envía a su hijo el valiente Juan de Lorena a Barcelona para tomar posesión del Principado en su nombre, como su lugarteniente general.

La ocupación militar del Principado por los angevinos (Anjou) había comenzado en la primavera de 1467 pero fue contenida por la habilidad de Juana Enríquez y del infante Fernando que recibió el bautismo de fuego en esa campaña, ganando su primera batalla contra los sublevados catalanes entre las localidades de Prats de Rei y Calaf. Don Fernando obligó a Juan de Lorena a levantar el sitio de Gerona. Pero éste logró apoderarse de todo el Ampurdán.

En este tiempo, el 13 de febrero de 1468, muere en Zaragoza la reina Juana Enríquez. Poco después, el 19 de junio de ese año, don Juan corona en la Seo de Zaragoza a su hijo Fernando de 16 años como rey de Sicilia. En octubre del año siguiente de 1469 casará en Valladolid con Isabel de Castilla. Tiene entonces Fernando 17 años y cuenta ya en ese tiempo con dos hijos - nacidos de “suelto y suelta” - llamados Alfonso y Juana.

Hasta llegar al matrimonio de Isabel y Fernando en 1469 y después de él, los asuntos en Castilla por razón de los derechos sucesorios de la “Beltraneja”, han creado una inestabilidad muy grave que se acentuará con la intervención armada en Castilla y en las Vascongadas de los reyes de Portugal y de Francia. Será importante retomar más adelante estos acontecimientos, pues todo lo que en esta época ocurre en los reinos vecinos tiene de inmediato repercusión en Navarra.

El 22 de enero de 1468, muy pocos días antes de fallecer la reina Juana Enríquez, el rey Juan II había celebrado en Tarragona los desposorios de su hija natural doña Leonor de Aragón con su rival el joven Luis III de Beaumontcon quien buscaba entonces congraciarse. Por este matrimonio, Luis de Beaumont se convertía en cuñado de Fernando, el futuro Rey Católico, con quien entablaría además una estrecha alianza que llevaría al bando beamontés a a luchar en favor de sus pretensiones a ocupar el trono de Navarra.

El 16 de noviembre de 1469 muere Juan de Lorena, dejando a los barceloneses de nuevo sin un Señor de su agrado. Rechazan las proposiciones conciliadoras que les hace don Juan, quien logra reunir fuerzas suficientes con las que poner sitio a Barcelona. La ciudad capituló, consiguiéndose un tratado honroso para ambas partes. El Rey - ciego aunque parcialmente recuperado por una operación de cataratas y con 70 años - entra entonces en Barcelona y el 22 de diciembre de 1472 hace solemne juramento de guardar los fueros de Cataluña. Poco antes, en 1470, Juan II había firmado en Brujas una alianza con el duque de Borgoña, Carlos el Temerario, ejecutando así la amenaza que antes hubiera hecho al rey de Francia al que de este modo obligaba a desistir de su acoso en Cataluña.

El 26 de noviembre de 1471, el bando real logró una contundente victoria en Santa Coloma de Gramanet, que iba a dejar libre el camino hacia Barcelona. La capital rebelde fue asediada y el 24 de octubre de 1472 se firmaba la Capitulación de Pedralbes. Juan II pacificó el Principado con una amnistía general. La guerra civil había arruinado totalmente al Principado agravando así la crisis económica que se sentía desde el siglo XIV. De esta forma concluyó aquella larga guerra civil que produjo como hecho más relevante asegurar la sucesión de don Fernando en la totalidad de los dominios reunidos por su padre.