Capítulo 21 :   El Príncipe de Viana

4 rumbo al condado de Barcelona

Don Carlos llegó de nuevo a Salou el 28 de marzo de 1460 con idea de dirigirse a Lérida. Consciente de que sus partidarios - que eran muchos en Barcelona - le preparaban un recibimiento entusiasta, no quiso entrar en la ciudad de inmediato. Temeroso de enojar a su padre se alojó en un convento de las cercanías, desde el cual le escribió excusándose por haber salido de Mallorca sin su conocimiento y manifestándole que deseaba hablar con él y con la Reina para convencerles de su filial afecto. Hace por fin su entrada con gran discreción en la ciudad condal el 31 de marzo, aunque siempre dejando claro que él era el primogénito y heredero de las coronas de Navarra y de Aragón.

El afectuoso recibimiento que se le otorga no resultó del agrado de don Juan, quien dio instrucciones para que solamente se le diese el trato correspondiente a cualquier infante. Don Carlos se entrevistaba poco después con su padre y su madrastra Juana Enríquez en Igualada en donde estuvieron presentes los hijos bastardos de don Juan, Alfonso de Aragón Juan, Arzobispo de Zaragoza.

“repugnaba a la Enríquez ver a su entenado,
mas para complacer a D. Juan, que había resuelto entrevistarse con su hijo,
decidió acompañar al Rey a Barcelona,
y al llegar a Igualada salió el príncipe a recibirlos,
y puesto de hinojos les besó las manos,
correspondiendo ellos muy afectuosamente a tales
manifestaciones de respeto y cariño” 

Comunica allí a su padre su intención de contraer matrimonio con Isabel de Castilla pues el rey Enrique IV está ya en ello, pero don Juan rechaza firmemente tal pretensión que hubiera otorgado a su hijo una gran fuerza y hubiera impedido su plan para declarar heredero de Aragón a su hijo Fernando, habido de su segundo matrimonio con Juana Enríquez.

Don Carlos es el último en averiguar que su padre ya tenía decidido desheredarle también de sus derechos a la Corona de Aragón. Este proyecto movió a don Carlos a ponerse de acuerdo con sus parciales aragoneses, navarros y catalanes y reanudar antiguos tratos con el rey de Castilla. El almirante de Castilla don Fadrique, padre de la reina Juana Enríquez, informa a su yerno don Juan que Enrique IV se mostraba en efecto favorable a dicho matrimonio. Al enterarse don Juan, que se hallaba en Lérida presidiendo unas Cortes, casi al mismo tiempo, que los beamonteses se estaban preparando para la guerra y que lo mismo hacían los partidarios de su hijo en el condado de Barcelona y en el reino de Mallorca, le ordenó presentarse al punto en Lérida. Sus consejeros más cercanos le previenen y le piden que desobedezca el mandato paterno por el riesgo que conlleva acercarse a él. Aún hubo quien le dijo “que era de temer le diesen un bocado de mala digestión”.

Pero tomó no obstante la decisión de ir a Lérida.