Capítulo 18 : Desaires legitimistas en el siglo XV
1. Navarra resignada sin un rumbo propio
2. los Trastamara también en Navarra
3. causas remotas de los conflictos entre “agramonteses” y “beamonteses”
4. un castellano, infante de Aragón y rey consorte de Navarra
5. el rey consorte don Juan pierde extensas posesiones en Castilla
6. un rey-viudo, usurpador del trono de Navarra
7. don Álvaro de Luna, aliado del Príncipe de Viana
8. Juana Enríquez, gobernadora de Navarra
8 Juana Enríquez gobernadora de Navarra
Será sin duda esta alianza de 1451 entre los castellanos y el príncipe de Viana la que hará que su padre el rey viudo monte en cólera contra su hijo, se enfrente con él en lucha armada y lo excluya de la sucesión al trono navarro.
Nombra de inmediato a su esposa Juana Enríquez para que cogobierne con el Príncipe, lo que disgustó en sobremanera a los beamonteses. Un mes después, el 23 de octubre de 1451 el Príncipe cae prisionero de don Juan en la batalla de Aibar que se relata más adelante. Es la ruptura abierta de hostilidades entre don Juan y el príncipe Carlos, que no cesarán hasta la muerte de éste diez años más tarde, en 1461. Cuando entremos en la sección correspondiente a analizar la vida del príncipe de Viana tendremos la ocasión de proseguir este asunto de sus relaciones con Castilla.
No tardará en morir en el cadalso don Álvaro de Luna (1453) y esto será una buena noticia para don Juan, aunque no por ello acabarán sin embargo los conflictos en Castilla. Seguirán existiendo dos partidos: el del propio príncipe Enrique y el “aragonés” dirigido por don Álvaro de Stúñiga, conde de Plasencia.
Tras enviudar de la reina propietaria Blanca I, don Juan había contraído matrimonio en segundas nupcias en Torrelobatón (Castilla) en 1447 con Juana Enríquez, hija de Fadrique Enríquez y Ayala, Almirante de Castilla y rival de Álvaro de Luna. Juana era ambiciosa e indomable, dominante de su padre el Almirante a quien utilizaba para espiar e influir en los asuntos de Castilla.
El matrimonio de don Juan con Juana Enríquez había alienado a la nobleza navarra. Por un lado don Juan no había participado al pueblo su segundo matrimonio, como si nada le importara la opinión de los navarros o el respeto a sus fueros. Y por otro lado don Juan seguía manteniendo el título de rey y el gobierno cuando ya no le quedaba apoyo jurídico alguno a su pretendido derecho al trono por usufructo de los bienes de su fallecida esposa la reina Blanca. Irritados, muchos representantes de los pueblos habían pedido al Príncipe que no consintiera una transgresión tan manifiesta de las leyes fundamentales del Reyno y tan injuriosa a sus derechos hereditarios, protestando que si él no lo defendía ellos tomarían las armas en favor de las leyes y de su libertad.
Se unía a todo ello el carácter de una madrastra que los historiadores presentan como ambiciosa, intrigante y soberbia, que en lugar de apaciguar a don Juan, le dominaba y le lanzaba contra su hijo Carlos estimulando las discordias y manifestando sus naturales preferencias por su propio hijo Fernando - que nacerá al año siguiente en 1452 - a quien tenía premeditado que pasaran todos los privilegios.
Juana Enríquez había abandonado Estella en avanzado estado de gestación trasladándose a Aragón donde dio a luz el 10 de mayo de 1452 en Sos, cerca de la frontera de Navarra por Sangüesa, a su hijo Fernando, hermano consanguíneo del príncipe Carlos y que sería andando el tiempo el rey don Fernando de Aragón. Aquella enérgica y caprichosa dama - reina de Aragón desde 1458 - murió en Zaragoza el 13 de febrero de 1468 tras una dolorosa agonía producida por un cáncer de pecho. Juana Enríquez que hizo todo lo posible para evitar el matrimonio del príncipe Carlos con Isabel la Católica - lo que consiguió - no podría asistir a la boda de su amado hijo Fernando con esta princesa castellana en 1469, al año siguiente de su muerte.
Hijos de este segundo matrimonio de don Juan fueron Fernando - el futuro Rey Católico - Juana, María y Leonor. Don Juan tuvo además numerosa descendencia en sus aventuras extramatrimoniales.