Capítulo 5 :   Los Banu Qasi del Valle del Ebro

3 comienzo de la notoriedad de los Banu Qasi 

Desde la conversión al Islam del conde Casius no existe en las crónicas musulmanas noticia histórica sobre su familia hasta que ésta sale del anonimato en el año 788. En ese año - justamente una década después de la primera batalla de Roncesvalles - se tiene noticia de que un nieto del conde Casius, Musa ibn Fortun, el padre del “moro Muza”, participa activamente y es asesinado en las acciones guerreras que tuvieron lugar en Zaragoza en ocasión de repetidas rebeldías yemeníes que se manifestaron contra el emir de Córdoba. A partir de esa fecha, las noticias sobre los Banu Qasi son frecuentes en las crónicas árabes.

Hasta el año 750 los yemeníes dominaban Zaragoza. Ese año fue ocupada por Yusuf as-Sumayl, acompañado por un grupo de quraysíes los cuales humillaron a los yemeníes zaragozanos alegando superioridad de origen. Pero los yemeníes zaragozanos con Sulayman ibn Yaqzan al-Arabí, uno de sus miembros más relevantes, no tendrían dificultad para hacerse de nuevo con el control de Zaragoza a pesar de las represalias que tomaría Abderramán I (756-788). Algunas ciudades estuvieron a punto de traicionar la causa del Islam buscando un apoyo suicida en la monarquía carolingia. Para asegurar su distanciamiento del nuevo emir independiente de Damasco, Sulayman visitó al rey de los francos Carlomagno en Sajonia en el año 777 ofreciéndole algún tipo de vasallaje a cambio de obtener su protección. Pero Abderramán I había entablado entretanto negociaciones con Husayn Ibn Yahya, unos de los aliados subordinados de Sulayman en Zaragoza quien recibe la promesa del emir de ser nombrado gobernador de Zaragoza si logra eliminar al díscolo yemení Sulayman.

Un año más tarde, en el 778, el rey de los francos acude para hacerse cargo de las ciudades de Zaragoza y Huesca ofrecidas por sus gobernadores presentándose con un ejército ante Zaragoza esperando se cumpliera lo pactado. Pero los zaragozanos de Husayn se negaron a ello y el rey franco hubo de regresar con las manos vacías a Francia. Al atravesar los Pirineos la retaguardia del ejército sufrió una emboscada y fue exterminada en Roncesvalles 3 ).

En Zaragoza continuaron los conflictos entre omeyas y yemeníes hasta que en el año 781 Husayn ibn Yahya asesinó a Sulayman ibn Yaqzan y se convirtió en señor de Zaragoza. Apenas dos años después de haber sido nombrado walí de la ciudad por el emir Abderramán I, se declaró también él en rebeldía proclamando su independencia. Abderramán I tuvo que sofocar la rebelión de Zaragoza. Husayn ibn Yahya fue capturado y ejecutado y el gobierno de Zaragoza se encomendó a un funcionario omeya llamado Alí ibn Hamza. Pero Zaragoza seguía planteando problemas por parte de Said, uno de los hijos del ejecutado Husayn quien se alzó contra el emir Hisham I (788-796) - que acababa de suceder a su padre en Córdoba - y consiguió ocupar Zaragoza expulsando al incompetente gobernador omeya.

En estas circunstancias le salió a Córdoba un defensor en la persona de Musa ibn Fortún, un Banu Qasi nieto del magnate Casius, que recuperó la ciudad el 10 de junio de 788 para su emir Hisham I pero fue asesinado en Zaragoza al año siguiente 789. Sus descendientes Qasi fueron desde entonces alcanzando notoriedad y poder en la Marca Superior.

Dispuestos a terminar con las numerosas rebeldías casi siempre de origen yemení, los emires cordobeses cambian de estrategia y deciden apoyar a diversas familias de cristianos convertidos al Islam - muladíes - y contrarrestar así la interminable oposición yemení. Los Banu Qasi en el valle del Ebro, los Banu Sabrit en la zona de Boltaña-Barbastro y los Banu Amrus en Huesca serán los protagonistas principales del siglo IX.

Especialmente notables fueron los Banu Qasi que consiguen alzarse con el poder con el apoyo de la dinastía cristiana de los Arista que comenzaba a crear un núcleo de autoridad y gobierno sobre los pamploneses y otros habitantes de las tierras de Navarra. Eso permitió a los Banu Qasi, tan pronto como se hicieron fuertes, practicar una política oscilante, unas veces en favor de los pamploneses, otras hacia el poder cordobés y sobre todo en su propio beneficio. Parecía ser una constante de la Marca Superior la tendencia a la autonomía local y al poder familiar. La historia de la Marca Superior será durante todo el siglo IX una sucesión de momentos de lealtad y de rebeldía hacia el poder cordobés. Y por ello los emires tuvieron que organizar frecuentes campañas de castigo -- aceifas -- en las que se vería afectado el naciente reino navarro.

La infidelidad de los yemeníes y de muchos bereberes - los “berberiscos” - no quedaría impune. La invitación que aquellos habían hecho al temible jefe de los guerreros cristianos Carlomagno pudo haber tenido resultados catastróficos para Córdoba. La cercanía de los francos permitía también a los cristianos de Pamplona y de las montañas mostrarse a veces rebeldes a Córdoba. En esas circunstancias Abderramán concierta una tregua de seguridad con Carlomagno y en el año 781 organiza una expedición de castigo de la que se ha hablado más arriba. A partir de entonces se abrirá un período de sumisión a Córdoba, tanto por los pamploneses como por los de Huesca y Zaragoza, que será vigilada por los Banu Qasi en representación de Córdoba. Numerosos berberiscos habrían entonces emigrado de vuelta al norte de África.