Capítulo 5 :   Los Banu Qasi del Valle del Ebro

2 la “Marca Superior”

Recorriendo desde Zaragoza la calzada romana hacia Bribiesca y Astorga el invasor Musá ibn Nusayr habría llegado con poca resistencia a Galicia sometiendo a todos los pueblos. Los cronistas árabes nos describen la intensa penetración que en su recorrido hizo Musá en la tierra de los vascones:

“hizo una expedición contra los vascones en cuyo país se internó hasta llegar a una tribu desnuda como las bestias (...) invadió el país de los vascones
 e hizo la guerra contra los mismos hasta que todos ellos vinieron a presentárseles en manadas, cual si fueran bestias de carga”.

y que

“Musa conquistó el país de los vascones y penetró en él bastante lejos
asta encontrar un pueblo semejante a las bestias”.

Desde entonces, durante más de doscientos años, hasta el año 924 en que el rey navarro Sancho I Garcés (reinado 905-925) arrebata a los musulmanes una parte sustancial del valle del Ebro, los herederos del magnate Casius - la dinastía de los Banu Qasi (1) - mantienen su poderío en el valle del Ebro y tienen encomendado por Córdoba el gobierno, con numerosas intermitencias, de una importante franja de territorio - la Marca o Frontera Superior - territorio fronterizo de difícil gobierno, con las ambiciones e influencias pirenaicas de Carlomagno, los vascones y los siempre rebeldes cántabro-astures en las cordilleras montañosas del norte peninsular.

No se conoce con certeza el origen y la ocupación de la estirpe del conde Casius. Algunos historiadores como Cañada piensan que se trataba sencillamente de una familia poderosa, bien heredada y aposentada en algunos lugares de la cuenca media del Ebro. Esta opinión no explica sin embargo el saber hacer guerrero y diplomático de esta familia. Y tampoco explica la diversidad y amplitud territorial en donde los Banu Qasi ejercerán su influencia. No es aventurado pensar que el conde Casius ejerciera, en el momento de la llegada de los musulmanes a la Península, un cargo institucional con autoridad civil-militar dentro de la organización del reino visigótico. Algunos piensan que Fortun ibn Qasi - hijo del conde Casius - había casado con Aïcha, nieta de don Rodrigo el último rey de los godos, lo que indicaría el alto nivel de esta estirpe en la sociedad visigótica. Y este hecho avalaría un nombramiento institucional en la zona de origen de la familia, el valle del Ebro. Algunos historiadores han considerado que la familia era goda - la hipótesis más probable por el hecho del matrimonio de Fortun ibn Qasi -, otros hispana, otros finalmente vascona. Todo ello es probablemente accidental. Eran fundamentalmente gente influyente del valle del Ebro.

En su largo gobierno local durante dos centurias, los Banu Qasi se muestran astutos y diplomáticos, feroces guerreros y fieles seguidores de la tradición visigótica cuando practican a menudo la venganza familiar. Aliados a veces, enemigos otras veces de los reyes navarros, súbditos leales de Córdoba a veces, rebeldes muchas otras, intransigentes siempre con las incursiones de los monarcas asturianos o las ultrapirenaicas carolingias o normandas. Todas sus actuaciones en el transcurso de siete generaciones van ininterrumpidamente orientadas a preservar la influencia familiar en su territorio. Es su única constante. Para ello hubieron de mantener a los emires de Córdoba despreocupados y alejados de su territorio y a la naciente monarquía navarra de los Arista confinada en los territorios al norte de Peñalén y en los valles pirenaicos, interponiéndola entre el valle del Ebro y los temidos francos del norte.

El valle del Ebro es su feudo y saben que al preservarlo para sí, están rindiendo después de todo un servicio tanto a Córdoba como a la naciente monarquía de Pamplona. El amplio y rico territorio fronterizo del valle del Ebro - que los Banu Qasi administran inteligentemente en interés propio - sirve muy bien de pantalla protectora que interpone y distancia físicamente los espíritus guerreros islámicos del sur y los temidos y aguerridos francos cristianos del norte. Saben también en este empeño que las alianzas de familia con la dinastía Íñiga (Arista) navarra son esenciales para practicar el entendimiento y consolidar sus respectivas áreas de influencia. Los ataques ultrapirenaicos a la naciente monarquía navarra son así contestados con la ayuda de los Banu Qasi. Sin esta ayuda no es difícil imaginar que Pamplona y la Navarra norteña hubieran seguido ya desde entonces un rumbo histórico en la órbita de Francia. Por otro lado, cualquier situación de rebeldía de los Banu Qasi a Córdoba - y fueron numerosas - podía también contar con regocijo y ayuda de los Arista desde Pamplona.

Los musulmanes habían dividido las zonas geográficas de la Península Ibérica en Marcas. La organización de una Marca se formulaba en función de su carácter fronterizo y su función ofensivo/defensiva le confería un carácter peculiar que forzaba muchas veces al poder central de Córdoba a reconocerle una amplia autonomía. Por su situación más lejana de Córdoba, la Marca Superior fue llamada también Marca Extrema o Marca Mayor. En su sentido más amplio incluía los distritos de Tortosa, Tarragona, Lérida, Huesca, Tudela, Zaragoza y Calatayud. Zaragoza se erigió desde el primer momento en la capital de la Marca Superior, siendo desde entonces sede del gobernador.

Entre el año 714 que cae Zaragoza en poder musulmán y el 721, las tierras del valle del Ebro fueron ocupadas por una fuerza seguramente no muy numerosa que encontró escasa resistencia. La mayor parte de los lugares se rindieron mediante un pacto o capitulación (2). Estas tierras formarían parte de una demarcación especial que más tarde - especialmente con la llegada del omeya Abderramán I en el año 756 - se llamaría Marca Superior.

Los cambios fueron allí notables. Comenzó a imponerse una nueva religión - el Islam - aunque subsistieron grupos cristianos bajo el dominio musulmán - mozárabes - que poco a poco con el transcurso del tiempo se redujeron de forma notable. Al comienzo de la conquista, cuando la invasión islámica está disfrazada de “ayuda militar extranjera” al campo “vitiziano”, los invasores muy cautos y ambiguos se proclaman seguidores de la “religión de Abraham” - la misma de los cristianos y los judíos -, admiten a todos los “profetas de la Biblia” - a Jesús y a María - aportando solamente el último mensaje recibido, el del último profeta Mahoma. Se mostraron simplemente como “emisarios” que llegaban de Tierra Santa con una “buena nueva”. La lengua árabe sustituyó gradualmente al latín y el viejo derecho romano-visigótico dejó paso a una legislación basada en el Corán, el libro sagrado del Islam.

Zaragoza se erigió desde el primer momento en capital de la Marca Superior siendo la principal autoridad el gobernador - wali - nombrado desde Córdoba. Este “wali” ejercía funciones de jefe militar con atribuciones y poder sobre los gobernadores de las demás ciudades importantes dentro de la Marca. El valí era ayudado por una serie de funcionarios de alto rango que ejercían diversas funciones. Entre los más importantes estaba el juez o “cadí” - encargado de impartir justicia y de administrar las fundaciones pías, los hospitales y los baños - el jefe superior de la policía el “al-mutazaf” que vigilaba por el buen gobierno y la paz en el mercado, era árbitro en las disputas laborales y se encargaba del buen uso y estado de las mezquitas y los baños públicos, y los “alfaquíes” e imanes, que detentaban el poder religioso y gozaban de una influencia muy notable sobre la sociedad.

Los territorios comprendidos dentro de la administración de las Marcas eran cambiantes en el tiempo pues ello dependía de numerosos factores y en particular de las situaciones de lealtad, guerras internas o externas y situaciones de rebeldía. La Marca Superior en ocasiones pudo llegar a comprender - de este a oeste - el territorio situado desde el límite de la Marca Hispánica carolingia en las comarcas catalanas hasta Galicia. Era la difícil “frontera superior” que debía guardarse de los temibles enemigos francos.

Desde muy pronto llegaron a Zaragoza notables familias árabes de rancio abolengo, los tamimíes, los omeyas, los jazrayíes y los ansaríes. Entre los más destacados están los “tuyibíes o tuchibíes” - entre los que es notable la familia de los “Banu Salama” - o los “Banu Hud” que tomaron el relevo de los anteriores en zonas del actual Aragón. También los Banu Furtis o udries”, descendientes de Sulayman ibn Furtis y clientes de los poderosos omeyas. Pero entre los linajes muladíes relacionados con la Marca Superior destaca por encima de cualquier otro el de los “Banu Qasi”, originarios de la región de Arnedo-Tarazona-Borja-Tudela-Calahorra y que gobernaron Zaragoza en la segunda mitad del siglo IX y en algún momento incluso Toledo.

La Marca Superior vivió la religión musulmana con una especial intensidad, asentada en la conciencia de que su actividad religiosa era más originaria y pura que en el resto de al-Andalus, tanto por su condición fronteriza como por las influencias que llegaban directamente desde Oriente por el río Ebro, entonces navegable desde el mar Mediterráneo. La filosofía fue una de las disciplinas que gozó de mayor prestigio en la Marca Superior. En el siglo IX destacaron Abderrahman que estudió Lógica y al-Jarchani que llegó desde Oriente a la corte de Mundhir I (886-888) con fama de astrólogo y filósofo. Quien formó escuela fue al-Kirmani, humanista experto en varias ciencias que llegó a Zaragoza hacia 1065. Venía de la ciudad iraqí de Harrán y traía con él la "Enciclopedia de los Hermanos de la Pureza", un extenso diccionario compuesto por 52 tratados y compilados en Basora bajo la influencia de los seguidores neoplatónicos de Ibn Masarra.

Tras la llegada de los musulmanes, la población en la Marca Superior estaba formada por:

  • los árabes de linajes de Siria y otros lugares del norte que constituían la clase dominante en Córdoba y que desde el año 632 habían protagonizado la expansión del Islam.
  • los árabes yemeníes del sur que, como en el resto de al-Andalus, configuró la aristocracia del Islam.
  • los bereberes del norte de África, descendientes de una población autóctona norteafricana que había sido sometida e islamizada en la segunda mitad del siglo VII durante la expansión musulmana por el Magreb. Los árabes los consideraban inferiores y en general recibieron de éstos tierras y propiedades marginales.
  • los autóctonos:
  • muladíes -- “mawla”-- eran los hispanos que como los Banu Qasi habían aceptado convertirse al Islam tras la ocupación y conquista de al-Andalus y cuya colaboración fue indispensable para asegurar el éxito de la conquista. Debían acogerse a un determinado linaje árabe “mawla” y llevar en él su proceso de arabización e islamización. Reticentes al principio, fueron poco a poco adoptando el Islam entre el año 714 y mediados del siglo IX. Se consideraban dos tipos de “mawla”:
    • los muladíes “sulham” eran los que habían sido sometidos mediante pacto o capitulación y eran considerados aliados de los musulmanes, conservando desde luego sus derechos sobre las tierras. Pagaban un impuesto territorial jaray que se estipulaba en la capitulación.

    • los muladíes “anwatan” eran quienes habían sido sometidos por la fuerza y explotaban las tierras en concepto de usufructo pagando un jaray más elevado que los sulham.

  • mozárabes eran los que mantenían su religión cristiana aun cuando llegaron a una casi completa arabización cultural. Permitía el Islam el culto de las “gentes del Libro”- los que seguían la Biblia - es decir judíos y cristianos. Disfrutaban por ello los mozárabes, al igual que los judíos, de un estatuto de protección “dimmíes”.

  • judíos, que mantenían su religión judía. Estos habían sido perseguidos por los godos por lo que colaboraron en todo momento con los musulmanes y posiblemente por ello recibieron de éstos un especial trato de favor.

El vulgo de menor categoría social estaba integrada por la mayoría de los bereberes y los muladíes.

Los movimientos de población que ocurrieron en el territorio de la Marca Superior habrían de condicionar de forma muy importante los acontecimientos políticos en los siglos que siguieron. La población de la Marca estaba formada por los indígenas y los recién llegados musulmanes, tanto árabes como recientemente islamizados bereberes. En ella se establecieron importantes contingentes de yemeníes descendientes de linajes originarios del Yemen. Eran árabes del sur tradicionalmente enfrentados con los de origen sirio y otros linajes del norte como los Omeyas y que en numerosas ocasiones se enfrentarían también en la Marca Superior, hecho que se complicaba por la presencia de los bereberes. Fueron de linajes yemeníes los gobernadores de la Marca Superior de los primeros años y ello explica las continuas rebeliones contra el poder central de Córdoba, siempre en manos de árabes de linajes del norte, en particular desde que en el año 756 se instala allí la dinastía Omeya. Este hecho poblacional explica muchos de los comportamientos de los Banu Qasi y debe ser tenido en cuenta.

Hasta la llegada del príncipe Omeya Abderramán I (756-788) que crea un emirato independiente de Damasco con capital en Córdoba, los gobernadores locales habían alcanzado un alto grado de autonomía durante una época en que proliferaron las guerras civiles. En numerosos lugares, éstos no reconocían otra autoridad que la suya.