Capítulo 27 :   Intentos de recuperación legitimista

2 Carlos V castiga y abandona la Baja Navarra

En Francia se teme a partir de septiembre de 1523 la amenaza de una invasión española. El emperador Carlos V viene a Pamplona el 12 de octubre de 1523 (16) y con el consejo del beamontés señor de Luxa (17) ordena preparar una expedición de castigo para someter o destruir las fortalezas de las tierras de Ultrapuertos.

 

cinco merindades y el territorio de Ultrapuertos
Baja Navarra

Con una mano se mostrará el Emperador condescendiente para obtener la obediencia de los agramonteses rebeldes y con la otra se mostrará inflexible y demoledor con los resistentes. Nombra el 17 de noviembre a Philibert de Châlon, Príncipe de Orange, para el mando de un ejército que debía desalojar a los agramonteses de sus refugios en las tierras de Baja Navarra en Ultrapuertos. Con la ayuda de Ferrer Lanuza saqueó el castillo de Hastingues cerca de Peyrehorade, al borde del río Adour, donde acaba Navarra y empiezan las comarcas landesas de los Albret. Sería Odet de Foix el que trataría sin éxito de oponerse a Philibert de Orange en Labourd.

 

 

Mientras Carlos V otorga el 15 de diciembre un perdón parcial a los navarros que han permanecido fieles a sus reyes - excluyendo no obstante una lista de 150 nombres encabezada por Miguel de Xabierre y su hermano Juan de Azpilicueta - el príncipe de Orange continúa su campaña de destrucción en la Baja Navarra. El castillo de Bidache de los señores de Gramont ofrece resistencia en diciembre de 1523, mientras Jean II de Gramont estaba como alcalde de Bayona retenido allí para asegurar su defensa. El gobernador del castillo de Bidache era Dom Arnaud que estaba con 300 soldados. Los castellanos incendiaron el castillo y todos sus defensores perecieron. Cuentan las crónicas que los que saltaron desde los muros fueron atravesados por la empalizada de lanzas que estaban dispuestas abajo.

Devastó entonces la región de Soule y su capital Mauleon.

 

Penetró luego en Béarn y asedió Sauveterre que defendía Etienne de Albret, baron de Moissens. Al mismo tiempo 3.000 aragoneses entraron por Somport bajo el mando de Ferrier Lanuce y encontraron alguna resistencia en Oloron defendida por el Senescal de Béarn (François de Bearn, señor de Louvie-Soubiron) y de allí fueron a conectar con el Príncipe de Orange en Sauveterre, que finalmente tomaron al asalto. Tras capturar Navarrenx, el Príncipe vuelve a España saqueando de paso BiarritzSan Juan de Luz y otras villas del Labourd. Enrique II traslada ahora la capitalidad de la Baja Navarra de San Juan de Pie de Puerto Saint-Palais.

Entretanto, las tropas del condestable de Castilla habían tomado en primer lugar San Juan de Pie de Puerto y luego Fuenterrabía. El 19 de febrero de 1524 el mariscal Pedro de Navarra y otros caballeros navarros obtienen allí una capitulación honrosa y el 23 entregan la fortaleza de Fuenterrabía al condestable de Castilla. Allí estaban también Miguel Jaso y Juan de Azpilicueta que obtienen buenos términos en su capitulación. Su tercer hermano Francisco o Frances tiene entonces 18 años y no participó en la resistencia de Fuenterrabía.

Los agramonteses que habían pasado a Francia tras el fracaso de 1521, viendo ahora la imposibilidad en que se encontraba el rey Enrique y su deseo de luchar en las campañas de Italia al lado del rey francés, se someten al emperador Carlos V quien, el 21 de abril, otorga un perdón general a los navarros hostiles que se conoce en Pamplona el día 24. Los miembros agramonteses más significados prestaron juramento de fidelidad en nombre de los demás, el 3 de mayo en Burgos.

A muchos de ellos les fueron restituidos sus bienes y oficios. Pedro de Navarra vio reconocerse su mariscalía por el Emperador y obtuvo el marquesado de Cortes. Más tarde vino a desempeñar cargo en el Consejo de Estado y de Guerra. Alonso de Peralta, conde de San Esteban, a quien el rey Juan había hecho condestable en lugar del conde de Lerín, fue también restituido en todos sus bienes y confirmado en el oficio de camarero mayor del rey de Navarra.

No sólo había fracasado el propósito de Enrique II de Navarra de restaurar su soberanía, sino que el rey navarro fue además hecho prisionero con el rey de Francia en la batalla de Pavía en el año 1525. Enrique II consiguió escapar de una manera romanesca evitando pagar el rescate de 100.000 escudos que exigía Carlos V. El rey François I es llevado prisionero a Madrid y en el tratado de Madrid firmado para su liberación se estipulará que el rey francés exigiría a Enrique II su renuncia al trono de Navarra, lo que no se llevaría a cabo. Al casar el 27 de enero de 1527 con Marguerite de Angulema, hermana del rey, Enrique todavía concibe esperanzas de obtener ayuda militar de su cuñado para volver a intentar reconquistar su trono, pero no sería así.

Sin embargo, Carlos V concluye en el año 1530 que el mantenimiento de la Baja Navarra en las tierras de Ultrapuertos es demasiado costoso por el gasto militar que tiene y puede abandonarse en favor de los reyes Albret. De este modo retomarían éstos seguridad y complacencia en su plena soberanía y pensarían menos en reconquistar la Navarra sudpirenaica. De esta forma la Casa de Albret incorpora ahora lo que después se dio en (mal) llamarse la sexta merindad de Ultrapuertos dividida en cuatro distritos:

  • castellanía de Saint-Jean-de-Pied-de-Port
    • país de Cize
    • valles de Baïgorri y de Osses
  • pays de Arberoue cuya capital era Saint-Martin
  • pays de Mixe, con principales ciudades en Saint-Palais y Garris
  • pays de Ostabarret, con principal ciudad en Ostabat


    El Emperador concedió a los habitantes de estos territorios el goce de los mismos privilegios que los demás navarros, pudiendo obtener empleos políticos y militares así como beneficios eclesiásticos en todos los reinos de España ( 18 )

Posteriormente, el Emperador, en su testamento político dado en Bruselas el 6 de junio de 1554, encarga a su hijo Felipe que examine si el Reino de Navarra deba ser restituído a su legítima dinastía:

En lo que toca al reino de Navarra, dado que el Católico rey D. Fernando, mi señor abuelo, lo ganó y conquistó, y es muy verosímil, y así lo creemos, que fue con justas causas según la rectitud y gran conciencia de Su Alteza y la costumbre que siempre tuvo de justificar sus cosas; y después de ganado el dicho reino lo tuvo y poseyó algunos años y falleciendo lo dejó a la reina mi señora y a mí como a reyes de Castilla; y después acá habemos tenido y poseído el dicho reino por nuestro y con buena fe.

Todavía para mayor seguridad de nuestra conciencia encargamos y mandamos al serenísimo príncipe Don Felipe, mi hijo y sucesor en todos nuestros reinos y señoríos, que haga mirar y con diligencia examinar y averiguar ellas; y, sinceramente, si de justicia y razón seré obligado a restituir el dicho reino, o en otra manera satisfacer o recompensar a persona alguna. Y lo que así fuere hallado, determinado y declarado por justicia, se cumpla con efecto, por manera que mi ánima y conciencia sea descargada”. “1554, junio, 6 Bruselas.”

 

).