Capítulo 26 : Navarra pierde su independencia política
1. los antecedentes de la Santa Liga
2. la “Liga Santísima”
3. el Tratado de Blois
4. las bulas de Julio II
5. tropas vasco-castellanas invaden Navarra. Año de 1512
3 el tratado de Blois
Desde la liberación de Génova el 27 de junio de 1512, la presencia francesa en Italia había terminado y la satisfacción de Julio II fue inmensa. Roma le aclama como el gran triunfador. La Santa Sede ha recuperado la primacía del poder temporal en Italia y el conciliábulo de Pisa se ha corrompido por desafección popular y cardenalicia.
Durante la campaña bélica de nueve meses al frente de sus ejércitos, el papa Julio II consideró siempre a Navarra como un Estado neutral, estando sus príncipes incluso enemistados con su enemigo el rey francés Louis XII, pues éste favorecía entonces a su sobrino y general de sus ejércitos Gaston de Foix en sus pretensiones de reclamar la herencia de su abuela, la reina Leonor de Navarra. Pero a la muerte el 12 de abril de 1512 de Gaston - el “héroe de Rávena” - sin descendientes, es su hermana Germaine entonces reina de Aragón quien va a heredar las pretensiones hereditarias de Gaston al señorío de Béarn, condados de Foix y otros en territorio francés. Incluso ciertas pretensiones al Reyno de Navarra que Gastón había recogido de su padre el vizconde Jean de Narbonne y que nunca había abandonado completamente.
Germana de Foix
reina de Aragón
De modo que el esposo de Germaina desde 1506, Fernando el Católico, se veía ya poseedor de todo el patrimonio de su medio hermana la reina Leonor de Navarra Trastamara. Pero necesitaba para ello el apoyo del rey de Francia. Aunque Germana de Foix era hija de Marie, hermana de Luis XII, éste ya no podía apoyar la antigua causa de los vizcondes de Narbonne, pues ello significaba hacer aún más fuerte a su enemigo en la Santa Liga, Fernando el Católico.
Este es un hecho muy significativo para la historia de Navarra ya que Fernando el Católico ve cerradas las opciones dinásticas de su esposa Germana y a partir de ahí se van a desencadenar acontecimientos de orden militar que acabarán con la ancestral independencia política del Reyno de Navarra.
La muerte en Rávena de Gastón de Foix propicia un giro radical en la política francesa inclinando a Louis XII en favor de la reina Catalina I de Navarra Foix-Grailly y su esposo Juan de Albret, a los que otorga peligrosamente su apoyo para protegerlos en su reino de Navarra y en sus posesiones territoriales en Francia. Con este apoyo desde la corona de Francia, la neutralidad buscada por la reina Catalina era ahora impracticable. La corona navarra no era libre de seguir su propia política, entrando claramente en el campo de las alianzas de Francia.
La reina Germana de Aragón recibe el 31 de abril de 1512 una carta de Louis XII comunicándole la muerte de su hermano Gaston en Rávena. La Reina le envía inmediatamente un embajador - el abate Philippon - para reclamar los derechos sucesorios que había protagonizado su hermano Gaston. El rey de Francia no atiende la reclamación del abate y lo despide con la excusa de que Germana ha tratado anteriormente con los reyes de Navarra. Y modifica entonces su apoyo en la casa de Foix, otorgándolo ahora a Juan y Catalina, reyes de Navarra.
Fernando el Católico estaba para entonces en Burgos preparando la invasión de Aquitania con los ingleses, según había acordado con su yerno Henry VIII en el tratado de Westminster (noviembre 1511). Desde allí había solicitado a Julio II bulas de excomunión contra todos los que resistiesen a los invasores o prestasen ayuda de alguna manera al rey de Francia. No había solicitado bulas expresamente nominativas para Navarra que con toda probabilidad no hubiera cursado el Pontífice, ya que estaba satisfecho con el comportamiento de los reyes Juan y Catalina.
Aliado con los ingleses, Fernando el Católico había declarado la guerra a Francia en el mes de marzo y Francia sabía que la invasión de Aquitania era inminente. Poco antes de la decisiva batalla de Rávena (11 abril 1512), el 1 de abril, los ingleses de Henry VIII habían firmado su adhesión a la Santa Liga. Louis XII sabe que enseguida le va a venir el ataque de Henry VIII juntamente con Fernando el Católico por tierra y por mar, en Aquitania y en Normandía.
El 13 de junio había sido conquistada Bolonia - el gran objetivo de Julio II -, el día 14 era Pavía y el 22 de junio conoce el Papa la liberación de su querida ciudad de Génova y días después la salida de territorio italiano del ejército francés conducido por el general La Palice (7). El 27 de junio es la fecha de las grandes celebraciones en Roma.
Poco antes, a finales de mayo, había llegado a Pamplona el vizconde de Orval, pariente muy cercano e íntimo amigo de Alain de Albret, enviado como embajador por Louis XII para buscar la amistad de los reyes de Navarra. Encontró resistencia en los reyes de Navarra pues poco antes se había declarado a Béarn como de soberanía francesa en una sentencia del Parlamento de Toulouse de 7 de enero de 1510.
Se convino en arreglar en Blois todos los asuntos que habían alejado a Francia y Navarra. Aquella ciudad - la corte del derrotado en Italia Louis XII - debía ser un hervidero de decepciones.
Los embajadores de Juan y Catalina se dirigen sin demora a Blois para estudiar los acuerdos y abrir conversaciones sobre delicados asuntos no solamente con los franceses sino también con los embajadores de Maximiliano, quien tenía interés en ello pues había antes protegido a los reyes navarros. Los protagonistas fueron Andrés del Burgo, embajador de Maximiliano I en Francia y Salvador de Berrio, diplomático navarro en la corte imperial. Participaron en las conversaciones numerosos consejeros que tenían instrucciones de dejar arreglados en Blois todos los contenciosos o asuntos pendientes entre Navarra y Francia.
Con esta consigna, los embajadores de los reyes de Navarra ya están el 11 de junio en Blois, probablemente conducidos por Alain de Albret, quien habiéndose adelantado, se habría entrevistado antes con el rey francés.
El Católico tiene interés en conocer el desarrollo de las conversaciones en Blois pues la situación geográfica de Navarra era relevante en la campaña que se avecinaba en Aquitania con los ingleses. Tiene embajadores-consejeros en Blois que le van a informar puntualmente del desarrollo de las conversaciones.
Como planteamiento inicial de los embajadores navarros, el rey de Francia debía en primer lugar poner fin a las hostilidades que había animado en los territorios pirenaicos para apoderarse, en beneficio del “héroe de Rávena”, de las posesiones territoriales que los reyes de Navarra tenían en Francia. Para ello debía firmarse un acuerdo de paz. Al mismo tiempo se debía entrar en la negociación buscando el objetivo de sellar una alianza defensiva con Francia que garantizara la neutralidad de Navarra, sin que ello supusiera llevar a cabo una ruptura con Castilla-Aragón ni con la Santa Liga.
Luis XII accedió en principio a todas las peticiones navarras.
Catalina de Foix y Juan de Albret no podían saber todavía que el Papa iba a adoptar en los próximos días una actitud generosa y pacificadora, una vez que los acontecimientos en Italia habían girado hacia su exaltación, y deseaban mantener ante Louis XII la opción de neutralidad que habían adoptado antes para el Reyno de Navarra. Pero durante la negociación los acontecimientos se precipitan.
Pocos días antes de la llegada de los embajadores navarros a Blois, Fernando el Católico recibe comunicación el 8 de junio de que los primeros contingentes militares de sus aliados ingleses - a las órdenes de Thomas Grey segundo marqués de Dorset - estaban desembarcando en Pasajes para disponerse a atacar juntos Aquitania. Venían los ingleses sin caballos y con poco armamento que el Católico se había comprometido a suministrarles, una vez llegados a España. Los navíos de Dorset habían sido escoltados hasta Pasajes por el guipuzcoano Juan de Lazcano, capitán General de la armada de los Reyes Católicos (8).
Don Fadrique de Toledo, segundo duque de Alba, se había instalado desde el 13 de junio en Vitoria para preparar el ejército que se habría de unir al inglés y que podía servir tanto para la invasión de Gascuña por el camino de Bayona, como para la conquista de Navarra por Salvatierra, cerca de la frontera de Álava con Navarra.
Fernando el Católico propone al marqués de Dorset entrar primero en Navarra pues “no conviene dejar enemigos a la espalda”, pero el inglés rehúsa acompañarle en esta aventura, comunicándole que no había recibido órdenes para ello sino solamente para atacar al rey de Francia en Aquitania.
El 20 de junio se reúnen Cortes en Pamplona y los reyes Juan y Catalina informan de lo que se está tratando en Blois. Comunican su satisfacción por el hecho de que el rey de Francia les mostrara su amistad, ahora que habían finalizado los conflictos que tuvieron con el vizconde de Narbonne al morir Gaston en la batalla de Rávena. Y que también conservaban la amistad con su tío el rey don Fernando, debiendo todavía concluir las conversaciones que habían abierto con el rey de Francia (9).
Pero el mismo día en que los reyes se habían reunido con las Cortes llega a Pamplona la contestación del rey Católico pidiendo algunas plazas para su seguridad pues la ratificación de la paz no sería suficiente, o bien que se entregara en rehenes al Príncipe Enrique de Viana. Juan de Albret hace saber al rey Católico que puede acordar ciertas seguridades para el caso de Navarra - aunque no entregará ni Estella ni San Juan de Pie de Puerto - pero no puede hacerlo para sus posesiones al otro lado de los Pirineos pues - con la excepción de Béarn que está en pleito - se trata de territorios enfeudados con la corona de Francia. De inmediato aprueban las Cortes levantar 300 hombres de a caballo y 4.000 infantes.
En las conversaciones de Blois los principales puntos de fricción con Francia fueron el respeto a la soberanía histórica de Béarn (10) y el mantenimiento de la alianza navarro-castellana que Francia se negaba a admitir. Los reyes de Navarra finalmente consiguen:
- reconocimiento de la soberanía de Béarn
- revisión de las sentencias condenatorias del Parlamento de Toulouse
- concesión de una serie de plazas en el ducado de Nemours y en el condado de Foix
- libre circulación de la moneda navarra y bearnesa en Francia
- el príncipe Enrique de Viana casará con la hija menor del rey de Francia llamada Renée (1509-1575), condesa de Chartres (11).
pero éstos deben aceptar a cambio:
- cerrar los pasos pirenaicos a las tropas castellanas
- dejar a salvo la ayuda que deben prestar al rey francés como vasallos suyos que lo son por sus territorios-feudo de Francia, pudiendo permanecer neutrales solamente por Navarra y Béarn.
- considerarse con los franceses amigos de amigos y enemigos de enemigos y socorrerse mutuamente de todos y contra todos
- declarar la guerra a los ingleses y a los otros enemigos del rey de Francia que fuesen en su compañía, aunque no así contra Fernando el Católico
- poner al Príncipe Enrique de Viana en rehenes en poder del rey de Francia
Estas clausulas anulaban de hecho todas las demás de neutralidad de Navarra. Según el historiador Boissonnade, la redaccción del tratado era incoherente a sabiendas de los franceses y comprometió a los reyes navarros en una alianza ofensiva que ellos no habían deseado, haciendo con ello imposible el mantenimiento de la neutralidad de Navarra. El Reyno estaba en peligro a menos que los reyes Juan y Catalina hubieran podido separar claramente en Blois los asuntos del Reyno de Navarra de los que concernían sus territorios enfeudados con el rey de Francia:
- condado de Foix
- condado de Bigorre
- vizcondado de Nebouzan
- vizcondado de Marsan
- vizcondado de Tursan
- vizcondado de Gabardan
- co-señoría de Andorra
así como los extensos señoríos de la Casa de Albret, principalmente el Perigord, Limoges y las Landas, no así el vizcondado de Béarn que gozaba de una soberanía de facto - no así independencia - reconocida por el rey de Francia, ni la Baja Navarra de Ultrapuertos, territorio constitutivo del Reyno de Navarra.
Manteniendo a ultranza la unión de Navarra con dichos dominios franceses se corrió el riesgo que resultó fatal de mantener la independencia política de la corona de Navarra. No obstante haber dejado claro los reyes navarros que el rey de Francia no podría exigirles apoyo en su lucha contra Fernando el Católico, pudiendo permanecer neutrales en los asuntos de Navarra, no tomaron esta salvaguardia respecto a las luchas de Francia con la Santísima Liga de Julio II. Lo que no debió tener importancia, pues resultó que esa guerra no se reanudaría.
El resultado del tratado de Blois fue en cualquier caso negativo para Navarra, no por lo que contenía - pues se tomaron suficientes salvaguardias de neutralidad - sino por el uso fraudulento que de él pudo hacer Fernando el Católico. En las conversaciones de Blois los embajadores navarros salvaron la vigente alianza con Fernando el Católico y se puso a salvo el señorío de Béarn de la confiscación de su soberanía que le amenazaba, pero el texto redactado pudo interpretarse que se trataba realmente de una alianza ofensiva-defensiva con Francia, lo que quizá pudo haber sido propiciado por el propio Alain de Abret (12). El Rey Católico no tuvo gran dificultad en hacer creer al pontífice Julio II - a quien asediaba ya la muerte - que se trataba de una alianza en toda regla y que debía ser considerada como cismática según lo acordado en la creación de la Santa Liga.
Mientras se desarrollan las conversaciones en Blois, llegan a Pamplona Antonio de Acuña, obispo de Zamora y Sir John Still, antiguo embajador inglés, enviados por el duque de Alba y el Marqués de Dorset, portadores de las conocidas exigencias del Católico. Tal como había acordado el Consejo de Castilla el 15 de julio, pidieron libre paso a sus tropas por Navarra y Béarn y como garantía de que no serían atacados, los castellano-ingleses exigieron la entrega a los castellanos de la fortaleza de Estella y de las de la ruta a las tierras de Ultrapuertos, Maya y San Juan de Pie de Puerto. Poco después el rey Juan envía a su mariscal Pedro de Navarra a entrevistarse con el Católico pero informa por escrito el mariscal a su rey que “nos piden cosas imposibles de conceder”. Al rey Católico no le frenó la negativa navarra: “tomaré de fuerza lo que me niegan de buen grado” se le ha citado en los relatos históricos.
Tras la finalización de las conversaciones de Blois, Alain de Albret pone su firma el 17 julio de 1512 sobre lo acordado, recibiéndose el 20 de junio en Pamplona la aceptación francesa de los términos acordados. Fernando el Católico rompe entonces relaciones con Navarra y hace publicar un texto interpretativo, exagerando lo suscrito en Blois.
El Católico ya no necesitaba contemplar como conveniente la neutralidad que tanto había querido imponer en Navarra desde que vino a Vitoria en julio de 1476. Si los navarros no eran ahora sus aliados incondicionales, serviría mejor a su causa considerarlos como enemigos. La Santa Liga le servía para acomodar maquiavélicamente su conciencia a su conveniencia, algo que había aprendido de su padre don Juan y durante su reciente estancia en Italia.
Sabía que en Roma todo estaba en su favor. Julio II no habría olvidado cuando César Borgia - aliado con Navarra y con Francia - acompañado del cardenal de Albret intentó tomarle prisionero en la época en que él era cardenal y el pontífice era su padre el papa Borgia Alejandro VI. Este Borgia que tanto le había hecho sufrir y humillado. Fernando el Católico sabía que el Papa no le podía negar nada por la ayuda que le había prestado contra Luis XII y estaría sin duda predispuesto a creer a su embajador Jerónimo Vich cuando éste se presentara a relatarle los “malfaceres” de los reyes de Navarra en Blois. No le habría sido difícil conseguir las bulas condenatorias que Fernando hacía tiempo le había solicitado.
Bien avanzado el mes de julio, las tropas vasco-castellanas del duque de Alba ya se han acantonado en Salvatierra, cerca de la frontera de Navarra, de donde han empezado movimientos de salida el día 19 de julio. Al día siguiente de la reunión de las Cortes de Pamplona, las tropas del duque de Alba violan la frontera de Navarra adentrándose por el valle de Burunda.