Capítulo 2 : Orígenes históricos del Reyno de Navarra
Pese a algunos empeños en identificar a la Navarra actual exclusivamente con un substrato vascón, por la sangre de los navarros, como por la de muchos otros pueblos de España, corre sangre de muy diversos pueblos. Pueblos establecidos en su territorio durante muchos, demasiados siglos como para que dejaran de influir en su etnia, en su carácter, en su lengua y en sus costumbres. Sin ir tan lejos como Atapuerca, lo cierto es que vascones, celtas y celtíberos, romanos, visigodos, musulmanes, francos y judíos, llenan grandes períodos de la historia de Navarra.
1. un tronco común para las dinastías autóctonas
2. el solar familiar de los “Iñigos”
3. una monarquía electiva independiente
4. el primer rey Iñigo Arista
4. el primer rey Íñigo Arista
Debe observarse - insiste Caro Baroja - que el primer rey de un linaje autóctono navarro surge a la cabeza de un territorio de los pampilonenses, no de los vascones, ni tampoco de los navarros. El Códice de Roda relaciona y ordena nuestros reyes en un “ordo numerum regum Pampilonensium”. Y este orden empieza con “Enneco, cognomento Aresta”, nuestro primer rey Íñigo Arista.
Durante largo tiempo se ha considerado probado y ampliamente divulgado que Arista viene de aritz que significa roble en vascuence dialectal central (frente a haritz en vasco-francés, o aretx en vascuence occidental). Así algunos historiadores como Campión han llegado a llamar a este primer rey Iñigo Aritza.
Sin embargo el Príncipe Carlos de Viana, en las “Crónicas de los Reyes de Navarra” que terminó de escribir en Messina en el siglo XV, se refería a su antecesor como “Ariesta” lo que claramente entronca con los desarrollos lingüísticos romance. La arista o ariesta es en varias lenguas hispánicas medievales un filamento del trigo. El escudero del Príncipe decía a éste “La ariesta para el fuego, e Iñigo para los moros”. Opina Caro Baroja que el escudero se estaba refiriendo a la seca paja útil para encender el fuego. El blasón de Enneco es un blasón de ariestas ardientes, no de robles aritzak. El mismo Príncipe nos dice que la ariesta fue emblema y apodo del hijo de Iñigo y de otros de sus descendientes. Caro Baroja afirma que hoy en día se documentan históricamente mejor los sonidos romance “arista”,“aresta” o “ariesta” que “aritza” (4).
cruz de Iñigo Arista
que forma parte del escudo de Aragón
en libro de Zurita 1579
escudo de Aragón
Durante los siglos IX y X los reyes y reinas de los “pampilonenses” aparecen continuamente relacionados con jefes de más al Sur, islamizados y siendo tributarios de Córdoba (5). Actúan más hacia el Sur que hacia el Norte de Pamplona y tienen muy pocos reparos en contraer matrimonio con mahometanos. Y cuando el Príncipe de Viana llama a Iñigo Arista “señor de Abárzuza o de Bigorra”, algunos determinan, con cierto atropello, que nuestro primer rey venía de Baigorri, cuando Baigorri y Bigorre son un valle y un condado alejados uno del otro. Puesto que no faltan textos que fue de “Viguria”, debió haberse pensado que el “Bigorra” del Príncipe era en realidad “Bigoria” o “Viguria”, no el Baigorri norpirenaico de la Baja Navarra. Si hubiera nacido al norte de los montes Pirineos, no sería fácil imaginar a Enneco dando su hija Assona en matrimonio a su hermano uterino muladí, el “Moro Muza”, un renegado del valle de Ebro. No se inserta bien en el contexto histórico un Iñigo Arista de origen gascón, aunque sí el de su madre Onneca. El arzobispo Pierre Marca (2bis), historiador bearnés del siglo XVII, tiene su propia teoría sobre el posible origen norpirenaico del primer rey navarro Iñigo Arista.
Hasta avanzada la Reconquista, los horizontes navarros, el empeño en consolidar un reino independiente, vendrán determinados por el devenir de tres fuerzas: la musulmana al Sur; la franca heredera de Carlomagno al Norte y la asturiana-leonesa al Oeste. No serán en cambio determinantes los aconteceres de sus vecinos los vascongados.
Las tres fuerzas mostraban sus ansias de dominio sobre Navarra. Y en este empeño, desde el origen mismo del Reyno, se fue creando una unidad de acción sin exclusiones por razón de raza, de lengua o incluso, al principio, de religión como se verá a continuación.