1 de diciembre de 2010
A Su Santidad Benedicto XVI
Santísimo Padre:
Navarra, en su larga tradición de profundo sentimiento religioso, sigue afligida por el castigo que S.S. Julio II impuso a nuestros reyes Catalina I de Navarra Foix-Grailly-Béarn y su esposo Juan de Albret.
Por las bulas que emitió el Sumo Pontífice en 1512 y 1513:
o ET SI HII QUI CHRISTIANI NOMINIS
o PASTOR ILLE CELESTIS
o EXIGIT CONTUMACIAM
nuestros reyes, enterrados en la catedral de Lescar, están privados de la visión divina, no tienen unión íntima con Dios y siguen incapacitados para redimir sus pecados. La excomunión decretada por Su Santidad sigue vigente cuando va a cumplirse su V centenario.
Solamente S.S. Julio II conoció los hechos que verdaderamente concurrieron para decretar la excomunión de los monarcas. No obstante, la obra de teatro
“Navarra mon amour”
escrita para divulgar los hechos que condujeron al destronamiento de los reyes Juan y Catalina, propone una explicación de carácter político más que religioso en la motivación que determinó la decisión del Pontífice.
De lo que debo informar a Su Santidad por la fidelidad que Le debo y ya que la dedicatoria del libreto de la citada obra de teatro contiene una súplica que transcribo: