MONASTERIO SAN SALVADOR


Leyre
Navarra

 

 



Entre los monasterios pirenaicos documentados en el siglo IX destaca San Salvador de Leyre, que acabará erigiéndose con Sancho III el Mayor, en el siglo XI, en el principal foco de influencia religiosa en Navarra

La primera noticia histórica es la visita del futuro mártir San Eulogio de Córdoba en el año 844 que iba de viaje a las tierras germanas. Él nos revela la existencia de un centro importante de vida espiritual en Leyre y nos da cuenta de la existencia de cinco monasterios pirenaicos.

 “antes de ir a dicho lugar me detuve muchos días en el monasterio de Leyre,
donde conocí varones muy señalados en el temor de Dios”

escribe San Eulogio en el año 848 al obispo de Pamplona Wilesindo. Aporta también San Eulogio el dato de que el monasterio disponía de una importante biblioteca.

De todo ello se ha concluído que el monasterio de Leyre no debería ser de reciente fundación cuando lo visita San Eulogio y puede suponerse que era un reflejo del renacimiento monasterial del tiempo de Carlomagno.

También es noticia histórica la llegada a Leyre en el siglo IX por deseo de los reyes de Navarra de los restos de las santas mártires aragonesas Nunilo y Alodia, decapitadas en el año 848, los cuales permanecerían en la arqueta-relicario arábigo-persa hasta los años de la desamortización a mediados del siglo IX.


El templo de Leyre, edificado sobre una primitiva iglesia prerrománica, fue consagrado en el año 1057 durante el reinado de Sancho IV el de Peñalén. La parte más antigua es la cripta dedicada al obispo y mártir San Babil del siglo XI.

Frente a la capilla de las santas mártires Nunilo y Alodia se encuentra el arcosolio con un arca neogótica que conserva los restos de los primeros reyes de Navarra.

La abadía de Leyre está regentada desde 1954 por los monjes benedictinos de Santo Domingo.

arqueta hispano-árabe en marfil
h. 1005



c r i p t a   d e  S a n   B a b i l

relicario de San Virila




Santa María de Leyre

arca neogótica y lápida de restos mortales de los Reyes de Navarra

fue en este monasterio donde el viejo abad Virila no comprendía el misterio de la eternidad
una mañana salió a dar uno de sus paseos habituales y se alejó
fatigado, se sentó a descansar junto a una fuente
era la primavera y se deleitó escuchando el canto de un ruiseñor y quedó extasiado
cuando el ruiseñor dejó de cantar volvió al monasterio
nadie le reconoció
pues habían pasado 300 años desde que emprendió su paseo

así relata la leyenda de San Virila

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relicario de las santas Nunilo y Alodia


retablo de las Santas Nunilo y  Alodia

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San Salvador de Leyre
 Yesa

Elipse: genealogía  reyes  de  Navarra

Orígenes y breve historia.

Los primeros documentos que mencionan un monasterio en este lugar datan del año 842, pero su origen puede ser eremítico anterior. San Eulogio de Córoba lo visitó en el año 851 en su visita a los monasterios del Pirineo, señalando en una carta al obispo Wiliesindo de Pamplona la riqueza de su biblioteca, lo que puede indicar que el cenobio no era de reciente creación. El monasterio prerrománico que visitó San Eulogio fue destruido por Almanzor a finales del siglo X. Es posible una influencia carolingia en sus momentos iniciales, pero su aportación no desdibujaría los trazos esenciales de sus orígenes, que corresponden a la tradición eclesiástica visigótica, cuya liturgia estuvo en vigor hata finales del siglo XI. Su prestigio creció considerablemente cuando a finales del siglo IX se depositaron los cuerpos de las santas Nunilo y Alodia, martirizadas en Huesca hacia el año 850.

La construcción de una nueva iglesia, cripta y cabecera tiene lugar en el siglo XI durante los reinados de Sancho III Garcés "el Mayor" (990-1004-1035), su hijo García III Sánchez "el de Nájera" (1020-1035-1054) y su nieto Sancho IV Garcés "el de Peñalén" (1039-1035-1076), ocurriendo su primera consagración en 1057 y la segunda en 1098, bajo el reinado de Pedro I de Aragón y Navarra (1069-1094-1104). El monasterio viejo de los siglos XI-XII estaba adosado al muro norte de la iglesia y se hallaba ruinoso a mediados del siglo XV. Fue sustituído por uno nuevo en el siglo XVII adosado al muro sur de la iglesia.

Sancho el Mayor introdujo en Leyre la regla de San Benito según el modelo de Cluny y en 1239, reinando Teobaldo I de Navarra y Champagne (1201-1234-1253), fue incorporada a Leyre la reforma cisterciense, cuya regla perdurará hasta la exclaustración decretada en 1835 por las leyes desamortizadoras de la monarquía liberal. Los bienes fueron entonces subastados. Entre 1809 y 1814 los monjes debieron abandonar el monasterio por los decretos napoleónicos y asimismo desde febrero de 1821 a 1823. Finalizada una primera restauración, la inauguración oficial tiene lugar en julio de 1915, fecha en que se trasladan desde Yesa los restos de los reyes a donde se habían llevado en 1863. En 1954, tras una segunda restauración en 1940, se restablece la vida monástica con una comunidad de monjes benedictinos, procedentes de la abadía de Santo Domingo de Silos.

Pertenece al siglo XVI la construcción del claustro, sobreclaustro, refectorio, cocina, despensa, capítulo, dormitorio, sacristía y sobreescalera del claustro, cuyo acuerdo de construcción es 1567. También corresponde al siglo XVI la cubierta gótica de la iglesia, aunque a menudo ha sido considerada del siglo XIV.

el Monasterio Prerrománico

Se emplaza bajo la solera de la nave gótica de la iglesia, habiéndose conocido su planta por la excavación realizada en 1935. Presentaba planta de tres naves de dos tramos y tres ábsides, mayor el central, de forma semicircular. Debió de haber evolucionado en el tiempo a partir de una planta de nave única. Correspondería a una iglesia de influencia carolingia del siglo IX-X y sería la que destruyó Almanzor a finales del siglo X. Puede suponerse que era un reflejo del renacimiento monasterial del tiempo de Carlomagno.

También es noticia histórica la llegada a Leyre en el siglo IX por deseo de los reyes de Navarra de los restos de las santas mártires aragonesas Nunilo y Alodia decapitadas en el año 848, los cuales permanecerían en la arqueta-relicario arábigo-persa hasta los años de la desamortización, a mediados del siglo IX.

la iglesia Abacial de San Salvador

Al exterior, resaltan los tres ábsides de la misma altura con muros sin contrafuertes ni cualquier ornamento, con dos hileras de ventanas sencillas de arco de medio punto. Las ventanas corresponden a los dos niveles, cripta e iglesia superior. Los ábsides llevan también un alero con modillones en el remate. Esta parte de la cabecera pudo haber sido consagrada en el año 1057. Dominando sobre los ábsides se alza una torre de fuste prismático abierta por triple ventana a cada lado de arcos de herradura.

En el lado del Evangelio se ubica la portada que relacionaba la iglesia superior con el claustro. Es de arco de medio punto con cuatro arquivoltas desiguales descansando las centrales en capiteles con cimacio. En el alero hay una serie de canes decorados. En el segundo tramo de la nave hay una puerta cegada de arco de medio punto con la rosca y jambas molduradas. A este lado de la nave se adosaba el claustro que carecía de sobreclaustro.

La portada principal - llamada ''Porta Speciosa'' - se encuentra a los pies de la nave. Se trata de una de las portadas esculpidas más ricas del románico navarro del siglo XII, aunque adolece de unidad de programas y estilos. El diferente material de piedra utilizado en las arquivoltas y en las enjutas permite creer que se reunieron esculturas de dos portadas distintas cuyo rearme dataría del siglo XII. La portada encajada entre dos contrafuertes se compone de tres columnas a cada lado sobre pedestales y basas con capiteles esculpidos, sobre las que montan tres arquivoltas y guardalluvias de medio punto. Los cuatro arcos están cuajados de decoración. En su interior se inscriben un tímpano que apoya en sendas ménsulas laterales con cabeza de león y toro, y en una columna central o parteluz con basa y capitel esculpido. Sobre la puerta y en las enjutas se reparten un elevado número de grupos y figuras talladas. Probablemente la portada culminaría en un tejaroz sobre canes hoy sustituído por un saledizo moderno. Voltean sobre las columnas y los pilares extremos cuatro arquivoltas labradas con variedad de figuras grotescas, animales y otros motivos. El arco exterior es jaquelado. Sobre las arcadas y en las enjutas se reparte sin simetría un gran conjunto de figuras y grupos esculpidos. Aunque desde un punto de vista iconológico resulta difícil desentrañar el significado de esta portada, tal es la complejidad de su escultura que se puede señalar su eclecticismo característico del arte de las Peregrinaciones con influencias de San Isidoro de León, Platerías y las más próximas de los maestros de Sos y del Claustro de la catedral románica de Pamplona.

La cripta no es subterránea y ocupa todo el bajo de la iglesia superior. La pesadez y rudeza de su arquitectura hizo pensar en una construcción del siglo IX, aunque corresponde a la primera mitad del siglo XI. La planta es de forma casi cuadrada y formada por cuatro naves de cuatro tramos y tres ábsides semicirculares. Los soportes se componen de dos grandes pilares cruciformes con pilastras adosadas. El resto de los apoyos son ocho columnas de fustes cilíndricos desiguales en altura y anchura que descansan sobre roca. Montan sobre ellos ocho capiteles de talla ruda y gran primitivismo. Las naves se cubren con bóvedas de medio cañón peraltado. Los ábside semicirculares se cubren con bóvedas de horno. En el ábside central se abren dos ventanas abocinadas de medio punto y una ventana únicamente en cada uno de los ábsides laterales. La puerta de ingreso en la cripta es también de un gran primitivismo y sencillez, de la primera mitad del siglo XI. Está formada por triple arco de medio punto embutido uno en el otro, careciendo totalmente de decoración. A los pies de la cripta se adosa un túnel con la capilla de San Virila.

La iglesia superior o cabecera se levanta exactamente sobre la cripta que cumple una misión sustentadora en el desnivel del terreno. La iglesia consta de tres naves de dos tramos rematadas en tres ábsides semicirculares, más ancha la nave de la Epístola que la del Evangelio. Las naves están separadas por cuatro pilares cruciformes con medias columnas adosadas en sus frentes. Fajones y formeros son de medio punto, ligeramente rebajados. Algún arco formero tiende ligeramente a la herradura. Los capiteles son alargados con collarino simple o doble. Algunos tienen los mismos temas decorativos que los capiteles de la cripta. Las tres naves están cubiertas con bóveda de cañón corrido y los ábsides lo hacen con cuarto de esfera. La iglesia es muy oscura y se ilumina ligeramente por una ventana de medio punto de arco doblado abierta en el ábside central y sendas ventanas en los ábsides laterales más otra ventana ciega en el muro de la Epístola, en el segundo tramo.

Una segunda fase románica amplía la iglesia superior con una gran nave de 14 metros de anchura de la que se conservan los muros perimetrales de piedra caliza. Consta de cinco tramos desiguales con arcos de medio punto inscritos en los muros. La construcción de esta nave románica puede ser de un siglo XII avanzado. La nave tiene ventanas románicas en el segundo y tercer tramo de la Epístola en forma de arco de medio punto, abocinadas y flanqueadas por columnas con capiteles con decoración vegetal y aves que enlazan sus cuellos. Se reseñan dos rosetones del siglo XVI. Del mismo siglo es una ventana geminada y apuntada en el primer tramo de la Epístola. En el muro hastial se aprecia el cambio de piedra escalonado de la reforma del siglo XVI.

En el lado del Evangelio se localiza un arco triunfal del siglo XVII entre pilastras cajeadas construido para cobijar el retablo de Nuestra Señora. En el segundo tramo de este lado se localiza un nicho que corresponde a la puerta de medio punto abierta en el siglo XVI para la capilla de los Reyes de Navarra. En el muro de la Epístola, justamente donde se halla la portada románica meridional del monasterio, se formó en el siglo XVI la capilla de San Benito o de las Santas Nunilo y Alodia. La portada románica es del siglo XII avanzado y está formada por tres arquivoltas con baquetones y guardalluvias exterior sostenidas por tres columnas lisas. En el tímpano un crismón de tipo jaqués.

Los cuatro tramos de bóvedas de nervios de aspecto estrellado que cubren la nave románica han sido considerados góticos, aunque no hay acuerdo sobre su cronología, pudiendo ser atribuídos al siglo XVI.

La sacristía se adosa a la cabecera por el lado de la Epístola. Es una estancia rectangular barroca cubierta por tres tramos de bóvedas de lunetos sobre sus correspondientes fajones. En uno de sus frentes hay un lavabo de piedra barroco del siglo XVII flanqueado por dos grandes pilastras cajeadas y sobre ellas un arco de medio punto también cajeado que cobija una hornacina avenerada bajo la cual se alberga la pila. Corona el conjunto un frontón triangular partido.

Preside el presbiterio la escultura de la Virgen con el Niño que imita modelos románicos.

En un nicho barroco del siglo XVII del lado del Evangelio se inscribe un retablo de Santa María, barroco del siglo XVIII, de traza cóncava. En la calle central se abre un nicho entre columnas decoradas con guirnaldas de flores y coronado con cúpula que albergaba la escultura de la Virgen con el Niño y San Juanito, hoy en el oratorio del monasterio. El remate es semicircular a modo de cascarón. Alberga el retablo la imagen de San Benito y en las peanas, San Esteban (San Veremundo) y San Alberico (Santo Domingo) y en el ático San Roberto. Cuelga del muro de este lado del Evangelio un Cristo Crucificado de gran dramatismo, de principios del siglo XVI.

En la capilla del lado de la Epístola se localiza el retablo de las Santas Nunilo y Alodia realizado en 1663. Las calles están formadas por columnas acanaladas y capiteles coríntios. En el banco hay tableros con pinturas de ángeles portando cartelas. En el cuerpo aparece el relieve del Prendimiento de las Santas Nunilo y Alodia. Se les representa elegantemente ataviadas, cubriendo sus cabezas con complicados tocados y con bellos y expresivos rostros. En el segundo cuerpo figuran los altorrelieves de San Emeterio con espada y palma, una pintura de San José y San Celedonio. En el ático el Calvario.

En la sacristía se guardan varios relicarios, ornamentos y piezas de orfebrería. Destacan dos bustos renacentistas de madera policromada de las Santas Nunilo y Alodia; una arqueta relicario de San Virila dorada con baquetones verticales y cubierta a cuatro aguas, fechado en 1640; un relicario-arqueta de las santas Nunilo y Alodia en forma de caja rectangular con acanaladuras verticales, fechado en 1640; y un brazo relicario de San Virila del siglo XVII.

Entre las piezas de orfebrería: un cáliz de plata parcialmente dorado de finales del siglo XVI o principios del XVII; una cruz procesional de plata sobredorada renacentista de gusto plateresco; un templete restaurado; dos ostensorios, uno de plata sobredorada, barroco del siglo XVII, y el otro de plata de estilo rococó; dos relicarios en forma de busto de Santa Nunilo y Alodia, barrocos, del siglo XVIII con cabezas copias modernas de bustos florentinos del siglo XV.

Elipse: genealogía  reyes  de  Navarra

los Enterramientos Reales

En el año 905 Leyre sirvió de lugar de acogida para el caudillo pamplonés Fortún Garcés cuando dejó paso en la jefatura del territorio a Sancho Garcés I, definitivo vertebrador de la monarquía pamplonesa. Fortún debió todavía vivir más de dos décadas en el monasterio y allí fue enterrado.. El libro de la Regla, Códice Legerense hoy desaparecido, relataba también el enterramiento de García Iñiguez, padre y predecesor de Fortún, en el monasterio. Aunque es difícil comprobar estos extremos, es admisible pensar que los jefes pamploneses del siglo IX se enterraran en Leyre si se tiene en cuenta una posible relación de patronato entre aquellos y éste. También fue sepultado en Leyre Ramiro Garcés, rey de Viguera, medio hermano de Sancho Abarca , muerto en la batalla de Torrevicente (Soria) frente a las tropas de Almanzor. A principios del siglo XVI volvió el monasterio a ser morada definitiva de los restos mortales de miembros de la familia real. Así el príncipe Andrés, hijo de los los reyes Catalina I de Foix-Grailly-Béarn y su esposo Juan de Albret, fallecido en Sangüesa el 17 de abril de 1503 cuando apenas contaba con año y medio de edad. Probablemente le acompañó otro hermano, Martín, muerto prematuramente en 1506.

En la iglesia románica, los restos de los reyes se guardaban en dos sarcófagos de piedra protegidos por arcosolios abiertos en elmuro sur en el tramo inmediato al ábside, por lo menos allí se encontraban a principios del siglo XVII. Esos sarcófagos habían caído en el olvido y llegaron a ser recubiertos con argamasa y piedras. En agosto de 1613 se derribó el revestimiento y se hallaron los sarcófagos. Uno contenía los restos de una única persona y el otro encerraba los de quince. Después de examinarlos se colocaron en dos arquetas de madera tallada y sobredorada, situadas en el mismo lugar una vez acabada la obra de la sacristía. La desamortización de Mendizábal provocó en 1836 el deterioro del templo y el saqueo y profanación de las arquetas. En 1863 los huesos yacían esparcidos por el suelo de la iglesia y, para evitar su total deterioro o desaparición, fueron trasladados a la iglesia San Esteban de Yesa (actual iglesia vieja) y depositados en una caja de madera debajo del coro, al lado norte. En la caja se colocaron los nombres e inscripciones que estaban puestos sobre las urnas que contenían los huesos en elmonasterio: "Sancho Garcés, Ximeno Iñiguez, Iñigo Arista, GarcÍa Iñiguez, Fortuno VIII, Sancho Abarca, García Sanchez, Sancho García, García Sánchez, Ramiro XIII, Andrés Príncipe, Martin Phebo Principe y Siete Reinas". Doce años después, el 29 de abril de 1875, los restos de los reyes regresaron a Leyre. Allí permanecieron hasta el 4 de diciembre de 1891 en que nuevamente el arca de madera fue trasladada a la iglesia de Yesa para permanecer allí durante las obras de restauración del monasterio decretadas por la reina regente María Cristina de Habsburgo en 1888.

El día 6 de julio de 1915 se trasladaron de nuevo al monasterio, colocándose los restos reales en un ataúd marmóreo bizantino construido por el arquitecto Manuel Ruiz de la Torre a instancia de la Diputación. Levaba una inscripción en latín que decía (en traducción): En esta sepultura descansan, mientras esperan el día del juicio, los huesos de algunos reyes, reinas y príncipes que se encuentran entre los más antiguos de Navarra: permanezcan en paz y con Cristo. La Diputación de Navarra se preocupó de erigir este monumento. 6 de julio de 1915". Se colocó en la nave central de la cabecera románica. La instalación de una comunidad benedictina, que reanudó la vida monástica en Leyre en 1954, exigió el traslado del sepulcro, pues obstaculizaba las ceremonias litúrgicas. Se colocó en la capilla gótica de las santas Nunilo y Lodia. Allí permanecieron hasta octubre de 1982 en que se prescindió del mausoleo de mármol, cuya losa superior se conserva hoy en el jardín interior del monasterio. La arqueta de madera y herrajes que había en el interior del mausoleo, en la que se contienen los restos reales, está expuesta desde entonces en un arcosolio del muro norte de la iglesia, protegida por una reja gótica de hierro forjado, de hacia 1500, procedente de Iso (valle del Romanzado, merindad de Sangüesa). Una placa de bronce describe los nombres de los monarcas cuyos restos contiene el arca.

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