CASTILLO de JAVIER
Se localiza cerca de la frontera entre Navarra y Aragón. Los primeros documentos que hablan de la existencia del castillo datan del año 1217, aunque debió existir un torreón más antiguo del siglo X o anterior, como bastión que vigilaba el cercano territorio de los Banu Qasi que comenzaba en las tierras situadas a partir del río Onsella.
Sería más tarde cuando pudo alcanzar importancia estratégica respecto a la frontera de Aragón desde mediados del siglo XII.
La segunda época del castillo tiene lugar a finales del siglo XV. El 7 de abril de 1506 nace en el castillo Francisco, quinto hijo de Juan de Jaso y Atondo y de María de Azpilcueta y Aznárez de Sada. El señorío de Javier pertenecía a la familia materna del Santo. Juan de Jaso es quien construye un palacio para la vivienda de su familia junto a la capilla gótica del Cristo, el denominado palacio «nuevo», que estaría ubicado en el lugar de la actual basílica. La tercera época está marcada con el signo de la destrucción. El cardenal Cisneros ordena en 1516 desarmar o derribar todas las fortalezas que pudieran alentar insurrecciones para reinstalar la dinastía legítima de los Foix-Grailly. El castillo sufre daños de gran escala que habría presenciado Francisco, que tenía entonces diez años. Las murallas exteriores fueron derribadas, las torres desmochadas, las fosas rellenadas, inutilizándose las saeteras y los matacanes. Al ser desarmado, el castillo perdió su carácter de fortaleza militar. capilla del Cristo en el castillo La propiedad del castillo y poblado de Javier pasó a ser propiedad de los duques de Villahermosa por línea de sangre del rey Juan II de Aragón. Es regentado por los PP. Jesuitas. En 1892 se inicia su primera restauración para devolver al conjunto su aspecto de fortaleza, por patrocinio de su propietaria la XV duquesa de Villahermosa, época en que se construye la actual Basílica que sustituye a una anterior y en 1952 una segunda restauración que descubrió los fosos y las murallas exteriores. Se restauran entonces las torres, fosas, murallas exteriores y demás elementos de defensa. Para entonces la sala de capellanes y la sala grande ya estaban convertidas en museo y contaban con la Capilla del Cristo que conserva el Cristo de la Sonrisa, obra del siglo XV. La pequeña capilla está adornada con los frescos de la Danza de la Muerte. Recientemente (2003-2006) se han llevado a cabo obras de restauración para acondicionar el conjunto en ocasión del V centenario del nacimiento del Santo, recuperandose el camino de ronda del castillo y la capilla de San Miguel, al pie de la torre del homenaje, que fue el primer baluarte de la fortaleza.
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