Capítulo 25 :   Navarra, una moneda de cambio en Europa

1. el escenario europeo
2. la imposible neutralidad de Navarra

2 la imposible neutralidad de Navarra

Conviene recordar de nuevo el año de 1476 cuando Fernando el Católico viene en el mes de julio a las Vascongadas para hacer y recibir juramentos y lealtades ante el árbol de Guernica, presentarse en Fuenterrabía que era objeto de continuos asedios por los franceses y organizar la ayuda de las naos vascas para su guerra con Portugal por causa de la “Beltraneja”.

En esa ocasión se entrevistó en Vitoria con su padre don Juan, una persona de edad avanzada que había acumulado una gran experiencia de gobierno con visión internacional. Fernando debió de ver entonces cómo las políticas de su padre estaban empujando a Navarra fuera de la órbita de España. Don Juan había impedido que su hijo el Príncipe de Viana hubiera llevado a buen término su boda con Isabel lo que hubiera unido Castilla, Navarra y Aragón por arreglo de familia. Y sin embargo había reservado ilegítimamente el trono para su hija Leonor quien - y ello era bien sabido a don Juan - lo injertaría en la casa francesa de los Foix, vasallos del rey de Francia.

En el asedio de Fuenterrabía de 1476 las tropas gasconas del rey francés habían estado dirigidas por Alain de Albret, cuyo hijo Jean habría de casar unos años más tarde con la reina de Navarra Catalina I de Navarra Foix-Grailly. Y los Gramont y los Luxa - enemigos irreconciliables en las guerras civiles de Navarra - también se encontraban participando en ese ejército. Fernando el Católico comprendió entonces que era de todo punto necesario conseguir la neutralidad del Reyno de Navarra ya que en lógica militar sería de esperar que los ataques de Francia a Castilla vinieran por Navarra.

No podremos saber si Fernando el Católico había ya entonces pensado en ocupar de algún modo el trono de Navarra para llegar a una integración geográfica de los reinos sudpirenaicos, o simplemente se aplicaría en ejercer una especie de “protectorado” para supervisar o impulsar, incluso dirigir, esa necesaria neutralidad de Navarra. En cualquier caso, durante el reinado de Catalina de Foix (1483-1517), Fernando el Católico practicará siempre una política orientada a atraer Navarra hacia la órbita hispana de modo que nunca pudiera servir de plataforma militar para el rey de Francia. Y al seguir esta orientación estaba corrigiendo - en provecho propio - un grave error de su padre don Juan para con Navarra.

Los reyes Juan y Catalina sabían bien el peligro que corría el trono si no llegaban a la neutralidad estando Navarra geográficamente situada entre dos Estados modernos, fuertes y unitarios que se disputaban la primacía en Europa. Actuaban los reyes navarros con el mayor cuidado, observando los acontecimientos de una guerra que podía atraerles la enemistad del rey francés o del castellano, a cual más peligrosa. Estos cuidados y el estado de las relaciones de Navarra con ambos monarcas se expresan bien en el manifiesto hecho por los reyes Juan y Catalina a las Cortes de Pamplona el 27 de noviembre de 1503. Ante ellas exponen claramente cómo los asuntos de Navarra podían verse negativamente afectados por los conflictos entre los reyes de Francia y de Castilla, dada la vecindad del Reyno, situado entremedio de “dos tan grandes fuegos” y dado que con ambas partes se habían forjado alianzas y acuerdos de paz que había que conservarlos siempre. Pedían que Dios nuestro Señor infundiera

“su gracia y envíe la paz que deseamos para nuestros vecinos” 

El 17 de marzo de1504 se había formalizado el acuerdo de Medina del Campo con el rey Católico asegurando la neutralidad de Navarra, que se reveló sin embargo imposible conseguir.

La contradicción y la dificultad de la dinastía de los Foix era que la “hispanización” que necesitaban operar en su política para convertirse en auténticos reyes de Navarra, les era impedida por la importancia de sus dominios en territorio francés:

"Catherine par la grace de dieu Reine de navarre dame de bearn
Comtesse de foix et de bigorre bicomtesse de castelbon de marsan tursan gavardan et nebozan ... "

carta de la reina Catalina I de Navarra Foix-Grailly-Béarn
firmada en Mont-de-Marsan, en enero de 1507

donde se atribuyen sus dominios

mucho más extensos y de mayor y más larga tradición familiar que el reducido reino navarro sudpirenaico. Nunca pensaron en renunciar a sus posesiones francesas de donde eran germinalmente originarios. A partir de 1497 ya hubo sugerencias de la diplomacia francesa para ofrecer a los Reyes Católicos la entrega de la Alta Navarra a cambio de la reinserción de Béarn y demás territorios franceses de los Foix-Béarn en la corona de Francia. Los Reyes Católicos habían rechazado esta oferta.

Cuando se relaten más adelante las alianzas y ligas que se forman en Italia en relación con los asuntos pontificios, se irá decantando la idea de que poco a poco Fernando el Católico iba considerando insuficiente la búsqueda de la neutralidad de Navarra y acabaría exigiendo el abandono de esa pretendida neutralidad para unirse con Castilla y Aragón y reforzar un cerco-tenaza contra Francia. Cualquier otra solución no le daría satisfacción.

Las zonas de expansión de Francia - tras degradar su amistad con Maximiliano --solamente podían encontrase en los territorios de Bretaña, de Navarra o en Italia. El cerco que había puesto Fernando el Católico a Francia era agobiante: Castilla, Inglaterra y Flandes cubrían muy bien el flanco de las costas occidentales de Francia; el reino de Aragón y sus posesiones en el Mediterráneo, el Milanesado, los Estados Pontificios , el Emperador y los Suizos sofocarían entre todos a Francia. Siendo una cuña entre Castilla y Francia, Navarra no podía quedar neutral en ello y una alianza con ella era muy deseable tanto para Fernando como para el rey de Francia.

El estudioso embajador Doussinague opina que:

“Navarra, con su interna división antes señalada y sus dos partidos, francés el uno y español el otro, no podía subsistir: tenía que ser necesariamente francesa o española, sobre todo reinando en Francia Luis XII, cuya ambición de conquistas territoriales había dado lugar a tantas guerras y cuyo deseo de adueñarse de los destinos de Navarra era evidente. En estas condiciones no podía pensar Fernando V un solo momento en la posibilidad de que Francia viniera a asomar su frontera con España a las aguas del Ebro, constituyendo así una cuña clavada en la carne española. Navarra tenía necesariamente que ser española políticamente, como lo era ya su pueblo, su sangre, su lengua, su situación, sus costumbres y su vida toda. Por lo tanto, tenía que pensar Fernando V en la incorporación de Navarra a su Corona”. 

Doussinague abunda en la idea de que Navarra tenía una inclinación natural hacia el campo español:

“ (...) española por su situación geográfica y por su idioma, así como por su antigua tradición y por el alma de su pueblo. Pero sobre este fondo de españolismo general e indudable, sobre esta nación que hablaba castellano, se había superpuesto la estructura de los órganos de gobierno y de la realeza, que no miraban sino a Francia y no pensaban sino en francés. Y en el escudo y en las monedas de Navarra, al lado de las cadenas, figuraban los lirios o flores de lis de la Casa de Francia." 

Al final, Fernando el Católico - consciente de la importancia del poder temporal de Roma - interpretó la neutralidad de Navarra como cismática y hereje por no entrar en la Liga Santísima que luego analizaremos.

“Y la pequeña monarquía de Navarra,
rodeada por todas partes de dos imperios poderosos,
fluctuaba como un pequeño bajel, batido por las olas de un mar tempestuoso,
chocando sin cesar con dos grandes navíos que acechaban
el momento de aprovecharse de sus despojos”.