La Fundación Lebrel Blanco pone a su disposición un ensayo, siempre de actualidad, sobre La Lengua en Navarra
Este ensayo constituye una actualización del publicado en formato libro en octubre del año 2007 por
Ediciones Fundación Lebrel Blanco
con el título
LA LENGUA EN EL CRISOL NAVARRO; un caso de involución lingüística “por vía de furto o maña”
redactado
en 1997 y revisado y publicado en 2007
autor: Carlos Sánchez-Marco
Presidente
Fundación Lebrel Blanco
1. Introducción
La incorporación de Navarra al proyecto independentista vasco otorga a éste una pretendida apariencia de respetabilidad histórica. Adornarse con esa apariencia busca obtener una legitimación académica e internacional de los objetivos nacionalistas. Pues Navarra fue un reino milenario, de los primeros que se forman en Europa - políticamente independiente - no así las provincias Vascongadas que buscaron en la protección de Castilla un buen acomodo para alejar las tradicionales pretensiones anexionistas de Francia.
La estrategia política para conseguir tan ansiada incorporación de Navarra es paciente, terca y calculada y pasa por otorgar protagonismo a un “nacionalismo lingüístico” que persigue - en contra de la realidad y de la evolución histórica - implantar la enseñanza, no del vascuence, sino en vascuence y extender el “vascuence batúa” a toda Navarra para forzar en ella su progresiva euskaldunización. Se trata de una estrategia política, desleal y traidoramente disfrazada de acción cultural, de respeto a un habla ancestral. Un habla que históricamente no alcanzó sin embargo la categoría de lengua apta para la comunicación social escrita transmisora de cultura.
Es indiscutible entre los lingüístas que ese digno papel comunicativo - acumulador de sentimientos y vivencias, transmisor de tradiciones - fue reservado en la historia al latín culto, a las diversas lenguas romance surgidas en Navarra en la Edad Media y posteriormente - desde el siglo XVI - a la lengua española. Una lengua ésta que resultó de la involuntaria y espontánea fusión de diversas lenguas romance hispánicas y que tanto debe a su “vector navarro” que irradió a todos los reinos cristianos peninsulares desde San Millán de la Cogolla en el siglo X. Y en esas lenguas - no así en las hablas vascuence - se ha forjado y se ha transmitido la tradición y la cultura escrita de Navarra.
La lengua no fue en la historia de Navarra elemento uniformador, no fue la amalgama que creó cohesión social, no creó nacionalidad y no fue expresión de raza. Ni mucho menos fue elemento discriminador. Por el contrario, la historia de Navarra es un ejemplo vivo de mestizaje, de variedad en todas sus manifestaciones: étnica, lingüística, económica, costumbrista, jurídica y no en menor grado, temperamental. Navarra es un ejemplar crisol de culturas.
Aunque las hablas vascuence no constituyeron un elemento esencial y definidor de la personalidad de Navarra a lo largo de la Historia, se pretende ahora hacer creer al navarro que únicamente identificándose con su elemento vascón podrá tener Navarra una identidad propia. Objetivo éste al que hacen frente estas líneas.
Este ensayo recoge ampliamente los magistrales conceptos lingüísticos desarrollados por Rafael Lapesa (1908-2001), destacado discípulo, colaborador y fiel continuador de Ramón Menéndez Pidal, en su libro “Historia de la Lengua Española”, del que se reproducen amplias exposiciones y se recogen citas extensamente, sirviendo convenientemente de hilo conductor. En particular en lo relacionado con el desarrollo de la lengua romance castellana, su contribución como vector principal para la creación de la lengua española y la evolución de ésta desde el siglo XVI hasta el XIX.