Nota e2.5
Caro Baroja comprobó que numerosos nombres de lugar de tipo éuscaro que aparecen en las Vascongadas - nombres importados por los invasores vascones del Pirineo - se forman de ordinario con el sufijo “ain” - también común en Francia - lo que Caro Baroja cree que es el resultado de la romanización de esos territorios anteriormente cántabros. En efecto, los numerosos topónimos en ain, ano, ana, ona e in - erróneamente tenidos por vascones - responden al sufijo latino an, anus, anum, característico para formar la denominación de un fundus a partir del nombre del propietario. Así en ain, Belascoain (Belasco), Guendulain (Guendulo), Amillano (Emilius), Paternain (Paternus), Muniain (Munio), Amatriain (Emeterius), Senosiain (Sinesius), Burutain (Brutus), Marcalain (Marcellus). En ano, Amillano (Emilius), Galdacano (Galdus), Atano y Ataun (Atilius). En ana, más típico de Álava, Barberana (Barbarus), Leciñana (Licinio), Casterana (Castor). En ona, Letona (Letius), Lemona (Lemonius). Lo mismo ocurrió en las Galias. En enero de 1968, en París, Jimeno Jurío nos dio a conocer que junto al puerto de Marcalain (Marcellus), muy cerca de Pamplona, en la ermita de San Quirico de Garisoain, se encontró una lápida romana en la que aparece el nombre “Marcellus”. “... Domitius M(a)rcellus v(otum) s(olvit) l(ibens)m(erito)”.