Nota 11.3

Aragón, nombre tomado del río que baña las montañas de Jaca y en donde, como en las montañas de Navarra, se instalan focos de resistencia a la dominación musulmana. En estos reductos pudieron haber encontrado intereses comunes los pobladores indígenas, posiblemente de origen vascón aunque romanizados, y líderes godos mozárabes que buscaban refugio en las montañas y poseían algún sentido o dotes de organización política.

Aragón fue desde muy pronto un condado dependiente de los “reyes de los pamploneses”. El primer conde que se descubre en las escrituras antiguas fue Galindo I Aznar en el siglo IX (836 – 867). La noticia histórica más antigua es del año 893 cuando el rey navarro Fortún I Garcés (830-882-905) señalaba, por invitación del conde Galindo II Aznar de Aragón (893-928), los términos del monasterio de San Julián de Navasal, situado a unos diez kilómetros del de San Martín de Ciellas, siendo éste cronológicamente el segundo monasterio carolingio del Aragón occidental. Según apunta Carlos Laliena, la presencia carolingia en los condados de Aragón y de Ribagorza es el resultado de una tentativa de expansión hacia el valle del Ebro musulmán, tentativa que se mantiene hasta el fracaso de la expedición a Roncesvalles de los condes Eblo y Aznar en el año 824 cuando Pamplona se escapa definitivamente de la órbita franca. Sin embargo, la zona aragonesa sometida a los condes de Aragón sigue reconociendo a Carlos el Calvo (823-877), nieto del emperador Carlomagno, como soberano hasta mediados del siglo IX, mientras el área ribagorzana permanecía bajo la potestad de los condes de Toulouse hasta el año 871.