Construcción neoclásica de nueva planta, de 1826-1833, emprendida a causa de la ruina del viejo templo parroquial del siglo XVI, del que todavía se conserva actualmente su torre barroca.
Presenta planta de tres naves - con la central desmesuradamente ancha y muy estrechas las laterales - y cabecera poligonal, lo que convenía para adaptar a ella el retablo existente en la antigua parroquia gótico-renacentista. Forman la nave cuatro gigantescas columnas de orden toscano con policromía imitando mármoles, que contrasta con los colores claros que dominan en el interior. Los arcos torales sostienen una gran cúpula central con pechinas. Esta cúpula configura una especie de crucero que queda más patente en el sistema de cubiertas que en la misma planta. En ella se relacionan cuatro bóvedas de medio cañón con lunetos que definen un esquema cruciforme. Los cuadrantes extremos de las naves laterales llevan otros medios cañones longitudinales, enlazando así con los huecos de las bóvedas centrales. Resulta de ello la impresión que una cruz griega ha sido incrustada dentro de otra de tres naves. La cabecera se cubre con un primer tramo de medio cañón casetonado con rosetones, seguido de un cuarto de esfera. El ornato se reduce a unas pinturas murales que en la cúpula representan un cielo abierto con balaustrada, en las pechinas a los Evangelistas y en el cascarón de la cabecera a San Juan en Patmos. A los pies del templo se eleva un coro cubierto por un tramo de medio cañón y conserva una bella balaustrada de forja barroca que se prolonga por las tribunas laterales, probablemente aprovechada de la vieja parroquia. La sacristía queda adosada a la cabecera por el lado del Evangelio y dispone de amplios nichales de medio punto que sostienen una cúpula.
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fachada
neoclásica
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vista desde
lo alto
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fachada
neoclásica
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puerta lateral y torre
muros de ladrillo revocado
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exteriores |
pórtico con columnas toscanas albergando
puerta recta con guardapolvo
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Al exterior, un bloque compacto con muros de ladrillo revocado sobre pedestal de sillería. Los laterales cuentan con un entramado de delgadas pilastras y cornisas de poco resalte. Destaca la fachada principal por un solemne pórtico de robusta y austera arquitectura con dos columnas toscanas de orden gigante, que repiten las del interior, empotradas bajo un dintel. Sobre ello se abre una ventana terma que culmina un frontón triangular con óculo en el centro. La puerta de ingreso es un simple vano recto con guardapolvo.
retablo mayor
Preside el presbiterio un monumental retablo mayor, que puede considerarse como una de las muestras más excelentes de la segunda mitad del siglo XVIII en Navarra. Su estructura es propia de un barroco tardío y clasicista en el que privan los valores arquitectónicos, con los laterales del retablo de más claro valor rococó. Monta sobre un banco de afiligranada ornamentación sobre los que se elevan triples columnas exentas de capitel compuesto y fuste acanalado en su tercio inferior, que sostienen una potente cornisa con fragmentos de frontón curvo. A la altura de las cornisas existe una gran placa alada. Sobresale el gran relieve central - de gran teatralidad barroca y rigurosa simetría de la composición - con el Martirio de San Juan ante Portam Latinam. De categoría no inferior son los cuatro Apóstoles, San Andrés, San Pedro, San Pablo y Santiago que se anteponen a las columnas, de canon estilizado y claras resonancias berninescas. Culmina la calle central una gloria con la Trinidad, bajo dosel, más unos hermosos ángeles arrodillados encima del frontón. De otra autoría de menor calidad son los tondos con los padres de San Juan existentes en el banco, los relieves laterales de la Visión en Patmos y el Milagro ante los Jueces, más las tallas de un apóstol y Santo Tomás que los encuadran. Los áticos de las calles laterales se enriquecen con escudos de Peralta entre bultos de apóstoles. Completa la iconografía del retablo una pequeña imagen de candelero de la Virgen de Nieva, del siglo XVIII, que cobija una hornacina moderna empotrada en el centro del banco.
En el lado del Evangelio se encuentran los retablos de la Inmaculada (transición del barroco al rococó, de mediados del s. XVIII, con las imágenes contemporáneas del retablo de San Juan de la Cruz y San Elías, siendo moderna la de la Inmaculada que sustituye a la Virgen del Carmen, antigua titular); de San Blas (barroco, de principios del s. XVIII, con una bella talla del titular con policromía original del s. XVII); del Santo Cristo (barroco, del primer cuarto del s. XVIII aunque arreglado más tarde en estilo rococó tardío. En el banco se venera la imagen moderna de Cristo yacente, aunque las hornacinas rococó albergan imágenes barrocas de candelero, Jesús Nazareno de la primera mitad del s. XVII y la Dolorosa del XVIII).
Cerca del retablo de San Blas se encuentra un púlpito rococó de la segunda mitad del s. XVIII, con policromía neoclásica imitando mármoles, que forma conjunto con otro simétrico.
Junto al cancel se localiza una gran pila aguabenditera de época de la iglesia, labrada en fino mármol rosa, con taza de gallones y fuste abalaustrado. Entrando en la nave lateral, a los pies del templo, hay un Cristo Crucificado del segundo tercio del siglo XVI, de anatomía expresivista con una cabeza sumamente dramática.
En el lado del la Epístola, los retablos dedicados al Corazón de Jesús (rococó, de la segunda mitad del s. XVIII, con un cascarón repleto de ornatos, con una imagen del titular sin mérito); de San José (rococó, semejante a su colateral simétrico de la Inmaculada, con una talla barroca de San José en la hornacina y un relieve oval en el ático con Santa Ana, la Virgen y el Niño); y de la Virgen del Rosario (de 1745, preludio de rococó, repitiendo la traza del retablo de San Blas. Cobija una hermosa talla sedente de la Virgen del Rosario, del segundo tercio del siglo XVI, con transformaciones posteriores. A sus lados, ángeles lampararios de época del retablo y un lienzo barroco de Santo Domingo en el ático).
En la capilla bautismal se conserva una gran pila del siglo XIX y un Cristo Crucificado barroco.
Decora el coro una sillería y un facistol del siglo XVII. En la tribuna del lado del Evangelio se emplaza un monumental y hermoso órgano de finales del siglo XVIII con pedestal de pilastrillas y tableros decorativos de estilo rococó.
En la sacristía se encuentra una cajonería barroca del siglo XVIII con decoración de rectángulos, rombos y óvalos, todavía de transición manierista. Cuelga encima un Crucificado de hacia 1570, propio de un incipiente romanismo en su torso de poderosa anatomía, aunque expresivista en piernas y rostro. Sobre la cajonería, las tallas de San Águeda del s. XVI y la Virgen del Rosario, barroca del XVIII. También se conserva en la sacristía una talla de San Sebastián, del tercer cuarto del s. XVI, otras de San Juan Evangelista, San Babil, San Ramón Nonato y San Antón, todas ellas del XVIII.
arqueta eucarística
Perú
s. XVII-XVIII
Se custodian también algunas piezas de orfebrería: arqueta barroca de plata de hacia 1700; crismera de plata de hacia 1600; bello ostensorio en plata y bronce dorado, de traza purista, de la primera mitad del s. XVII; relicario gótico de San Blas de plata parcialmente dorada, en forma de brazo, de hacia 1500, aunque con añadidos del s. XIX; relicario barroco de plata, tipo ostensorio, de San Juan Evangelista, del s. XVIII; y guardas de misal en plata dorada con esmaltes, sobre terciopelo rojo.
Merece especial mención por su riqueza y variedad el capítulo de ornamentos conservados en la iglesia. En las dependencias parroquiales se guardan también algunas obras de arte sacro, entre ellas un lienzo del Entierro de San Sebastián, copia de modelos venecianos, firmado en 1632, y un Cristo Crucificado en bronce, gótico del siglo XIV. En el patio de este edificio se conserva parte de una crujía gótica de un claustro, procedente de Marcilla. Tiene cuatro arcos apuntados y trilobulados según modelos del siglo XIV.
En el Museo Diocesano en Pamplona se conserva un pequeño tríptico de marfil con la Virgen del Rosario entre donantes bajo arcos conopiales y un óleo sobre tabla de Cristo muerto entre María y San Juan sobre un fondo de paisaje cuyo colorido y tipos recuerdan el arte flamenco del siglo XVII.
