Construcción barroca de nueva planta, de mediados (1740-1745) del siglo XVIII, que sustituye a un primitivo templo medieval que debió consistir en una simple nave del siglo XIII con cubiertas de medio cañón apuntado. De esta iglesia medieval quedan algunos vestigios en el muro de los pies de la iglesia.
Presenta planta de cruz latina con nave de cuatro tramos, crucero y cabecera pentagonal, dirigida a occidente en lugar de mirar a oriente como la medieval. La iglesia se cubre con bóvedas de medio cañón con lunetos y fajones, salvo en el tramo central del crucero que lleva una media naranja con fajas radiales encima de pechinas, en cuyas superficies aparecen óvalos con pinturas modernas de los Evangelistas. De la misma época de la iglesia es el coro que se eleva a los pies de la nave sobre arco rebajado y sotocoro con bóveda de medio cañón con lunetos. Una capilla bautismal se ubica a los pies de la nave del lado de la Epístola. La sacristía queda adosada a la cabecera por el lado de la Epístola, cubriéndose, al igual que la capilla bautismal, con tres tramos de bóveda de medio cañón con lunetos.
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muro hastial con arco apuntado
de primitiva construcción y espadaña
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pórtico barroco
con tres arcos de medio punto
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portada de acceso al templo
de arco de medio punto
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Al exterior, muros de buena sillería reforzados por contrafuertes prismáticos en la nave. Se accede por una sencilla portada de arco de medio punto que protege un pórtico barroco con tres arcos de medio punto sobre pilares. Este pórtico se encuentra en el lado del Evangelio. A los pies de la nave se erige una espadaña moderna de cantería que aprovecha parte de las estructuras de la torre que montaba en el último tramo de la iglesia medieval. Bajo ella, en el muro de los pies, todavía existe un arco apuntado, el cual nos indica las dimensiones de la primitiva construcción y su tipo de cubierta.
Preside el presbiterio un retablo mayor barroco de mediados del siglo XVIII, reformado en el Neoclásico a cuya época corresponde la actual policromía imitando mármoles de colores. En la hornacina principal se venera una talla de la Virgen sedente con el Niño, gótica del siglo XIV. Responde al tipo de Andra Mari encontrándose entre los mejores ejemplos de esta representación mariana en Navarra. La encuadran las tallas de San Fermín y Santa Catalina, ambas de la época del retablo. Se sigue utilizando en el altar mayor la antigua ara medieval, de los siglos XIII o XIV. En los muros del presbiterio se encuentra una anaquelería gótica del siglo XIV. Tiene marco de piedra con decoración de arquillos trilobulados y motivos geométricos de triángulos en los laterales, rematándose en gablete con rosetón central calado, que forman un cuadrilóbulo y seis trilóbulos, entre estrellas de seis puntas y una flor de cuatro pétalos.
Al muro frontal del brazo del crucero, del lado del Evangelio, se adosa un retablo rococó dedicado a la Virgen del Rosario, de hacia 1765. Ofrece una bella arquitectura de gusto italianizante, desmereciendo su policromía de gusto neoclásico imitando mármoles polícromos y dorados. Las tallas del ático - Santo Domingo, un santo agustino y San Juan Bautista - pertenecen al siglo XVIII, mientras que las restantes imágenes son modernas.
En el muro frontal del crucero, del lado de la Epístola, se se encuentra el retablo de San José, semejante a su colateral simétrico de la Virgen del Rosario. La imagen del titular es moderna al igual que la de la Virgen del Carmen. Las tallas de San Roque y de San Bartolomé en el ático corresponden al siglo XVII, mientras que las tallas barrocas de San Francisco de Asís y San Antón son del XVIII. Destaca la última por su buen porte, de inspiración berninesca, lo mismo que sus volados paños. En el muro extremo del brazo del crucero se halla el retablo de la Inmaculada, neoclásico, del siglo XIX, muy arreglado. Su imaginería es moderna, excepto una talla de San Miguel, del primer cuarto del siglo XVI, de estilo expresivista con recuerdos góticos.
Los púlpitos son de estilo rococó, de la segunda mitad del siglo XVIII. La capilla bautismal guarda la antigua pila de la iglesia del siglo XIII con taza aristada sobre pedestal cilíndrico.
En la sacristía se conserva un Cristo Crucificado de principios del siglo XVII y una talla de San Gregorio Ostiense del XVIII.
Se conservan también algunas piezas de orfebrería: ostensorio de plata dorada, barroco, del siglo XVIII; y un relicario tipo ostensorio de San Donato, San Roque y otros santos, de plata, también barroco del siglo XVIII con viril del XIX.
En la casa parroquial se conserva una talla de la Virgen del Rosario de hacia 1600 con policromía primitiva.
El Príncipe Carlos de Viana mandó construir un palacio en Berbinzana que, junto al pueblo con su jurisdicción baja y mediana, cedió en 1457 a doña María de Armendáriz. Anteriormente, desde 1307, el rey Luis I de Navarra había otorgado las pechas de Berbinzana a Oger de Mauleón en recompensa por el castillo de Mauleon (Basse-Soule), si bien retornaron a la corona en 1354 por venta de Juan de Mauleón, señor de Rada. La villa pasó luego a Mosén Pierres de Peralta, que en 1414 la permutó al rey Carlos III el Noble por Andosilla. El rey acudía con frecuencia a Berbinzana para cazar y otras diversiones. Berbinzana se había convertido en villa desde el último cuarto del siglo XIII, dejando ser una aldea de la villa de Larraga.
No se conservan restos de las antiguas ermitas de Berbinzana dedicadas a San Gil y a San Pedro, esta última cerca del cementerio.
